Subway Midnight

Nadie se imagina la historia de terror que es viajar en un tren hasta que se sube en hora punta.

Millones de personas viajan a diario en trenes y metros de todo el mundo para trasladarse a sus trabajos, escuelas, hogares… Pero es que, además, en cada estación ha surgido un sinfín de historias de las que son protagonistas gente común, que por alguna razón sufrieron alguna desgracia, la misma que se ha contado de boca en boca hasta convertirse en leyendas subterráneas y que se han vuelto parte del folclore del metro.

Como suele ser el caso, los amantes del terror han explotado estas historias «supuestamente» reales para convertirlas en propuestas realmente aterradoras. Obras como SUBWAY MIDNIGHT, una suerte de walking simulator ambientado en un tren infestado de fantasmas. Una obra protagonizada por Lizzbeth, una chica rara inmersa en un tren todavía más raro que trata de abrirse paso a través de diferentes vagones mientras está siendo perseguida por un monstruo sumamente espeluznante.

El tren del terror

El tren de la bruja y la Casa del Terror. Así se llaman las atracciones más famosas de esos pequeños parques de atracciones que no pueden permitirse el lujo de tener una gran montaña rusa. Nos montábamos en el vagón y, después de un pequeño acelerón, la velocidad disminuía. En el Tren, la estrella era el escobazo; en la Casa se jugaba con la oscuridad, con los haces de luz, los murmullos cercanos o lejanos y el desfile de personajes pertenecientes a la cultura popular del terror: la doncella ensangrentada y el mayordomo con cuchillo en la cabeza, Drácula o un pariente con capa, el hombre lobo, Frankenstein y hasta alguna momia perdida…

Todos estaban ahí, mezclados en paralelo al algodón de azúcar de fuera. Entonces el vagón quizá deceleraba un poco más, y uno se preparaba para recibir el susto final, acompañado de un fulgurante relámpago, la imagen de una muñeca deformada por el mal y un grito que, si eras suficientemente pequeño, aún conseguía estremecerte. Y la bruja…

SUBWAY MIDNIGHT es lo más parecido a un tren del terror, literalmente hablando, puesto que nos encontramos atrapados en un tren. Pero no uno cualquiera, sino uno lleno de leyendas y de misterio. Sin necesidad de texto y con una apariencia que la hace única en su especie, la obra que protagoniza estas líneas se las arregla para contarnos historias de almas en pena, aquelarres, brujería o maldiciones que han pasado de boca en boca, de generación en generación. Historias en las cuales sentimos ese halo de misterio y que ponen al descubierto los recodos más oscuros por los que viaja la mente humana, así como la más tenebrosa  esencia de sus pensamientos.

Y para ello se vale de los vagones, espacios cerrados e íntimos, así como la oscuridad como el elemento propicio para dar vida a lo fantástico. Dicho de otra manera, allí lo inconsciente gana terreno sobre la razón y la cordura, dado que solo en el espacio-tiempo de la oscuridad se manifiesta la presencia de lo invisible y su cualidad inquietante para mostrar los terrores colectivos.

SUBWAY MIDNIGHT, la senda del caos

Al final, SUBWAY MIDNIGHT es todo eso, un lugar en el que la oscuridad y los enigmas lo invaden todo. La primera parte de la experiencia consiste en un túnel del terror con muy pocas mecánicas en su haber en la que la ambientación, los efectos de luz y sonido están presentes en cada vagón. En la segunda, deberemos defendernos de elementos que solo habitan en nuestras peores pesadillas… un elenco que se encargarán de ponérnoslo difícil y que prometen un macabro viaje a lo más profundo del terror.

Para llegar a estas profundidades, no basta con una obra de arte en dos dimensiones. Es un “laberinto” de salas con sorpresas, muchas sorpresas.

Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de Nintendo Switch facilitada por PLAYISM.

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