Enrique Segura Alcalde

La nostalgia es una emoción cada vez más común en la época de cambio acelerado que vivimos.

En estos tiempos en los que tanto ha cambiado nuestra vida, todos hemos sentido nostalgias de muchas cosas. Nostalgia de los sitios a los que íbamos, de las personas que formaban parte de nuestra vida cotidiana, los sabores de las comidas que hace tiempo que no paladeamos… Y también pequeñas y curiosas nostalgias como el legado de títulos, personajes y consolas que otrora tanto nos hicieron felices durante nuestra infancia.

Atravesamos un tiempo en el que lo que no sabíamos que nos importaba tanto, ha cobrado protagonismo y personas como Enrique Segura Alcalde nos ofrecen una ventana al pasado por medio de varios escritos en los que pone de manifiesto la magia de los videojuegos de antaño con clásicos imperecederos.

Sin más dilación, os dejamos con Enrique Segura Alcalde.

Escribir sobre uno mismo puede resultar complicado, simplemente nos podemos bloquear y no saber qué decir. Si bien, al final somos quienes mejor nos conocemos, por lo que para romper el hielo y así hacer que las siguientes preguntas sean lo más fluidas posibles, no se nos ocurre nada mejor que una presentación personal.

Háblanos un poco sobre ti.

Ante todo quisiera aprovechar para daros las gracias por esta oportunidad para promocionar mi obra, es un honor estar aquí hoy y compartir estas líneas con todos vosotros. En cuanto a mí, todo se resume de una forma bastante sencilla: soy un tipo absolutamente normal, profesor de Instituto y aficionado a los videojuegos, los cómics, el cine, la música y la comunicación en general desde hace ya más años de los que a veces soy capaz de recordar. Me encanta mi profesión, pero es lo que me da de comer: todos necesitamos tener algún hobby o alguna manera de desfogar y desconectar, y en mi caso esa forma de darle salida a mis inquietudes viene de la mano de mi faceta como escritor de libros sobre videojuegos.

Como digo, nada del otro mundo. Lo más grande y destacable de toda mi producción literaria son sin duda alguna mis lectores, lo demás es bastante intrascendente.

La escritura ha llegado a ser algo tan elemental en nuestra vida y la usamos tan en automático, sin valorar realmente su trascendencia, que pasamos de ella o sobre ella sin más, cuando podríamos utilizarla en nuestro favor y en favor del resto de las personas del mundo.

¿Qué te inspira para escribir? ¿Qué te llevó a redactar todos estos escritos que ahora llevan el sello editorial de Dolmen?

Gran pregunta, y como te digo, en mi caso obedece claramente a una necesidad de darle salida a mi afán por compartir con los demás todo aquello que me apasiona. La divulgación es parte de mi forma de entender la vida y el ocio en sí mismo. A Dolmen se lo debo todo, por supuesto: pasé de hacer fanzines de libre distribución en redes sociales a publicar con Dolmen gracias a la casualidad y a la amabilidad de esta editorial, que confió en mí desde nuestro primer proyecto en común (Dreamcast, el sueño eterno, 2019) y con quienes estoy encantado de trabajar porque son, ante todo y por encima de todo, como una pequeña familia.

A raíz de la buena acogida que tuvo aquel libro sobre la última gran consola de SEGA se me dio la oportunidad de presentarles más proyectos, y el resto es historia. Aquí seguimos.

Producir un libro significa editar y diseñar una obra para convertirla en lo que queremos, en un texto trabajado. No obstante, en paralelo, es importante elaborar una estrategia de difusión, estableciendo las acciones de marketing pertinentes. En este sentido, editoriales como Dolmen Editorial se convierten en el canal de distribución idóneo, aportando una garantía de visibilidad.

¿En qué momento se cruzaron vuestros caminos?

Allá  por 2019, como te digo, tuve el manuscrito de mi primer libro terminado y se lo ofrecí a varias editoriales. La mayoría de ellas ni siquiera contestaron, otras me dijeron que no estaban interesadas porque no publicaban ese tipo de libros y Dolmen no lo dudó ni por un segundo. Dati Ruiz, una de las excelentes profesionales que trabajan en Dolmen tuvo olfato y tras ojear el manuscrito no tardó ni tres días en contestarme diciéndome que estaban muy interesados en comprarlo.

En realidad todo se lo debo a mi amiga Dati, ella fue quien me convirtió en su apuesta personal y es gracias a ella y al cariño y la confianza que depositan en mí contra viento y marea que sigo con Dolmen. Con el tiempo nos hemos convertido en una especie de familia, como te digo.

El bloqueo del escritor es uno de los fenómenos más desagradables por los que puede llegar a pasar la mayoría de personas que deban escribir de manera creativa con cierta frecuencia.

¿Alguna vez te has visto incapaz de escribir aunque sea unos pocos párrafos que cumplan con unos mínimos de coherencia interna o de interés?

Por supuesto, es inevitable y a veces frustrante. Le pasa a todo el mundo que se dedica a escribir sobre el tema que sea. No tiene una explicación clara ni específica, simplemente a veces pasa hay días en que estás enchufado y eres capaz de escribir tres páginas estupendas y hay días (a veces varios días seguidos) en que no hay manera de terminar una sola página con la que estés contento. Estás espeso y con la cabeza en otras cosas y no te salen las palabras ni se te ocurre nada ingenioso ni relevante. Cuando sucede, lo mejor es no forzar la situación y “dejar dormir” el manuscrito, ya lo retomarás con ilusión y más ganas cuando el bloqueo se esfume.

Las emociones son moldeadas por nuestra educación, las experiencias que vivimos o la cultura en la que nos desenvolvemos. Sentirlas es algo innato.

Asimismo, el orgullo es una de las emociones que más se asocia con soberbia, sin embargo, es algo muy importante y muy necesario para nuestra autoestima, una recompensa que nos motiva a seguir hacia adelante. En este sentido, ¿de qué obra que has escrito te sientes más orgulloso?

Totalmente de acuerdo con todo lo que dices. El amor propio es el amor que más nos ayuda a sobrevivir en la vida, aunque suene egoísta. Puedo decirte que me siento bastante orgulloso de todos y cada uno de los libros que he escrito, pero por supuesto siempre hay algunos a los que quieres más por algún motivo especial o por cualquier circunstancia personal e intransferible. Y luego están esos libros que si pudieras volver a hacerlos, te aseguro que serían bastante distintos de lo que finalmente acabaron siendo en su momento. Pero como te digo, en general estoy bastante orgulloso de todo lo que he hecho hasta la fecha, al menos son libros entretenidos y muy honestos con su público.

Los años 80 y 90 fueron el boom del videojuego en España. Mucha gente de la que creció con los videojuegos experimentaron las primeras versiones de géneros que ahora son prolíficos y cuyas bases se han mantenido intactas.

Dicho de otra manera, estábamos ante una carrera de la nostalgia en los videojuegos. El primer juego del género que percibes se convierte en el factor de impacto, aquel que ocupará el hueco de la sorpresa en tu cerebro y generará las primeras sensaciones positivas. Todo lo que venga después puede que lo haga mejor, pero son experiencias ya vividas de una u otra forma, por lo cual, no gozan de esa ventaja del impacto tan importante para nosotros.

¿Con qué plataforma te iniciaste en el mundo de los videojuegos? ¿Qué época recuerdas con más cariño?

Mis primeros pasos en este mundillo los di con las máquinas recreativas, aunque lo que en realidad cambió mi vida y mi percepción de la industria fue aquel viejo ZX Spectrum con teclas de goma que mi padre me regaló cuando hice la Primera Comunión. Mayo de 1987, nunca olvidaré esa fecha: me enamoré por completo y de manera irremisible de los videojuegos, llegaron a mi vida para quedarse y desde entonces han sido una constante en mis aficiones y mi labor de divulgación. Entre fanzines, podcasts y libros llevo escribiendo sobre videojuegos desde hace cuatro décadas.

Luego vendrían las consolas en los 90, pero eso ya es otra historia. Uno nunca olvida su primer amor, te deja huella para toda la vida, y el Spectrum fue y siempre será ese primer amor para mí.

A pesar de que desde su creación los videojuegos no han parado de evolucionar y ofrecernos nuevas maneras de jugar, los seres humanos, por naturaleza, tendemos a extrañar a aquellos videojuegos que de una u otra forma marcaron una etapa de nuestras vidas. Nos inspira a movernos guiados por aquello que nos atrae, pero en la pregunta que protagoniza estas líneas no es el momento de echar la mirada hacia atrás.

¿Puedes compartir tus pensamientos acerca de la situación actual de la industria?

Mi relación actual con la industria es bastante distante y algo tangencial, estoy un poco desconectado de las novedades porque sencillamente no siento lo mismo por las nuevas generaciones de videojuegos que lo que sentía antiguamente cuando era jugador activo en los 80, los 90 y los 2000. Por supuesto sigo informándome, compro revistas y estoy al día de lo que va saliendo, pero honestamente y con el corazón en la mano te diré que he perdido bastante entusiasmo por esta industria.

Para mí no hay color ni debate: lo que se hacía antes era claramente superior (casi en todo) a lo que se hace ahora. Cada vez hay menos originalidad y menos calidad intrínseca en los títulos que van saliendo, todo son remasterizaciones, cuartas, quintas y octavas partes de mitos consagrados y remakes y refritos de ideas y conceptos de hace mucho tiempo. Es mi opinión y por supuesto puedo estar equivocado, pero es lo que siento en este momento de mi vida.

Los videojuegos tienen un grandísimo potencial para materializar las emociones. La pérdida, la soledad y la culpabilidad son conceptos intangibles que pueden volverse tangibles en la ficción. Por eso el cine y los videojuegos pueden transformar las emociones para elevarlas a un plano superior. Y aunque algunos de ellos tienen su mensaje principal tan escondido, que resultan complejos de entender, eso les hace ser diferenciales y especiales a partes iguales.

¿Puedes mencionarnos alguna obra videolúdica que te haya conseguido generar todos estos sentimientos?

Muchas, en realidad. Es lo grande de los videojuegos, el cine o la música, por citar tan solo algunas de las formas de expresión artística más notables: son capaces de conmoverte y de transmitirte ideas y sentimientos que nadie más es capaz de captar, todo es personal e intransferible. Es lo que se conoce como la erótica del arte: esa relación extraña y absolutamente única que se da entre el arte y el que lo consume o lo contempla.

En mi caso, las referencias constantes y obligadas que marcaron mi vida y a las que necesito volver de vez en cuando de forma recurrente serían las películas de Rocky, Regreso al Futuro, Star Wars (hasta que llegó Disney y lo destrozó todo) y muchas más, y en el terreno de los videojuegos, los viejos arcades de SEGA, Capcom y tantos otros, los míticos juegos en 8 bits de mi querido Spectrum y sagas de consola como Resident Evil, Sonic, Castlevania y cientos de títulos más que además pueden cambiar en función del día y del momento en que me preguntes.

Las aficiones son la forma de disfrutar la vida a nuestra manera. No siempre tienen demasiado que ver con lo que hacemos para ganarnos la vida, por lo que muchas veces son un verdadero escape. Al final, las aficiones son pequeños reinos de libertad. El tiempo que le dedicamos es nuestro verdadero tiempo libre, aquel en el que hacemos lo que realmente disfrutamos.

¿A qué dedicas el tiempo libre más allá de la pasión que tanto profesas hacia el mundo de los videojuegos?

Una vez más, amén a todo lo que has dicho. Completamente de acuerdo. A veces no le damos a jugar la importancia que realmente tiene, es un recurso extremadamente necesario para sobrevivir a esta sociedad tan estresante y competitiva en la que vivimos actualmente. En mi caso, además de los videojuegos, mis pequeños reinos de libertad son los cómics, el cine, la música, y jugar con mi hijo de 7 años. A lo que sea, pero hay que jugar y, como decía el bolero, “robarle tiempo al tiempo”. Eso nos convierte en mejores personas, más pacientes, más comprensivos y tolerantes y menos estresados. Hay que entender de una vez que el deseo de jugar no es un síntoma de inmadurez, es una necesidad tan imperativa como la de alimentarse o descansar.

Todo tiene su final, nada dura para siempre y esta entrevista está próxima a acabar. Salvo equívocos, después de Arcade Classics Reloaded tienes previsto publicar dos nuevos volúmenes que también van a estar protagonizados por las amadas máquinas recreativas de nuestra infancia. Eso por no hablar de un nuevo escrito ambientado en la gran década de PlayStation 2 y Xbox.

Sin embargo, ¿tienes en mente algún otro proyecto a futuro más allá de los ya mencionados?

Mi disco duro siempre tiene varias carpetas con proyectos inacabados o simplemente en proceso. Ahora en Septiembre de 2022 sale el tercer y último volumen de la colección de las décadas, 2000-2010: La gran década de Xbox y PlayStation, pero en 2023 tengo dos citas igualmente importantes con mis lectores y amigos.

En febrero saldrá el tercer volumen de Arcade Classics, que lleva por título Arcade Classics Ultimate, donde nos volveremos a reencontrar con otros 50 grandes mitos de la historia de las máquinas recreativas y alguna sorpresa más, y ya en Septiembre de 2023 (si todo va bien y mis muchos invitados cumplen sus plazos de entrega) atacaré con SEGA Forever, el libro homenaje en Castellano a la historia de SEGA que esta marca se lleva mereciendo desde hace mucho tiempo, y para el que he conseguido la implicación de la propia SEGA UK, del gran Paco Pastor (Director General de SEGA España del 91 al 95), Tom Charnock de The Dreamcast Junkyard y gente de todas las comunidades de aficionados a SEGA de todo el mundo.

Va a ser un gran libro y una auténtica fiesta para todos los que aman a SEGA, y a la que por supuesto estáis todos invitados.

Ha sido un placer y un honor estar aquí hoy con vosotros, os mando un gran abrazo con mi más sincero agradecimiento y mi cariño.

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