Born of Bread

El proceso de hacer un molde es lo que nos distingue en un mundo dónde la oferta de modelos está saturada. Es a partir del molde que podemos diferenciarnos y crear formas y siluetas originales. Pero para eso necesitamos una estructura que poder hornear.

Hay muchas formas de empezar con los moldes, muchos sistemas y métodos, pero no es menos cierto que la forma correcta es a través de un molde base. Porque nada supera al poder de un buen molde base. Y sino, que se lo digan a obras como Born of Bread, una aventura RPG con mucha miga en la que jugamos como Pan, un gólem de harina que descubre un mundo encantador lleno de humor junto a sus coloridos amiguillos.

Si hay algo que queda claro desde el mismísimo inicio es que la historia no es más que una excusa argumental para ponernos en marcha, por lo que no esperéis un guion demasiado elaborado ni nada parecido. Aquí lo que realmente importa no es tanto el fin como el viaje en sí, repleto de buenos momentos, humor absurdo, situaciones únicas, pequeños relatos y personajes tremendamente carismáticos y entrañables.

Todo está narrado con mucho gusto y con un encanto muy especial que no siempre se encuentra, y sí, quizá lo que nos cuenten sea una gigantesca chorrada, pero es uno de esos títulos que demuestran el enorme potencial que tienen los videojuegos para convertir un drama que lleva cientos de años cociéndose en algo tremendamente divertido y sorprendente con sus alocadas ocurrencias.

Un cuento con mucha miga

Y es precisamente aquí donde encontramos la que es, sin duda, la mayor virtud de este Born of Bread y el motivo principal por el que nos ha gustado tantísimo: su variadísimo e inesperado desarrollo. En esencia, no deja de ser un juego de aventuras que pone muchísimo énfasis en la exploración y el uso de elementos RPG, pero va mucho, mucho más allá de eso, ya que siempre nos está bombardeando con situaciones únicas y momentos que se salen por completo de lo habitual.

El título es un auténtico torrente de ideas y creatividad capaz de transformar hasta el acto más mundano en una inesperada e inolvidable odisea, sorprendiéndonos a cada paso que damos y destrozando sus propias reglas sin pudor alguno con tal de pillarnos desprevenidos.

A todo esto, también ayuda el hecho de que las zonas estén interconectadas entre sí, algo que potencia la inmersión y la sensación de estar viviendo un gran periplo. Pero lo mejor es lo divertidísimo que llega a ser explorar los escenarios, uno de los pilares principales de su jugabilidad.

Es una auténtica pasada lo bien diseñados que están los escenarios y resulta todo un gustazo romper la masa con cualquier cosa que se nos ponga por delante o que nos pueda resultar sospechosa para comprobar si oculta algo, por no hablar de los usos tan inteligentes que se hacen de la cámara para esconder secretos, obligándonos a prestar muchísima atención a todo lo que nos rodea si pretendemos completar cada área al 100%.

A falta de pan, buenas son tortas

Evidentemente, esto no sería un RPG si no tuviésemos enemigos a los que enfrentarnos y para esta ocasión se ha apostado por un original e innovador sistema de combate que se lleva a cabo por turnos. En líneas generales, combatir nos ha resultado muy divertido y estimulante, especialmente por la diversidad de enemigos que hay, cada uno con sus propias características y puntos débiles que tenemos que tener en cuenta para hacerles frente. Al final, con todo esto se consiguen crear unas batallas en las que siempre tendremos que pensar y darle al coco, obligándonos a tener la mente despierta y a prestar atención a lo que hacemos, algo que siempre es de agradecer.

Born of Bread es una sorpresa constante de principio a fin. Una aventura más que notable que nunca deja de reinventarse a sí misma para que la diversión no decaiga y hacer que cada uno de los minutos que invirtamos con ella resulten únicos y memorables. Una sucesión de momentos y situaciones que son todo un derroche de originalidad, imaginación y buenas ideas que nos dejan claro que no hay ninguna regla escrita y que las normas de los videojuegos siempre deben estar al servicio de la creatividad, aunque para ello haya que romperlas con tal de sorprender al jugador.

Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de PC facilitada por Jesús Fabre.

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