Érase una vez siete estrellas

Mario es, sin lugar a dudas, el personaje más importante de Nintendo, y diría que nada se le acerca. No, ni siquiera Link, a pesar de lo emocionados que estamos todos con las últimas entregas de The Legend of Zelda.

Lo interesante de la importancia de Mario para Nintendo es que, originalmente, Mario se creó porque Nintendo no pudo obtener la licencia de Popeye. De esta manera, el papel del enemigo de Popeye, Bluto, fue reemplazado por un simio enojado llamado Donkey Kong. Olivia, el objeto del afecto y la rivalidad de Popeye con Bluto, se convirtió en “Lady”, y Popeye fue reemplazado por un hombre común con bigote llamado… Jumpman. Mario nunca tuvo la intención de ser nada más que un personaje secundario reconocible, alguien que aparecería en los futuros juegos de Nintendo como un hilo común para los trabajos de la compañía.

Pero el destino le deparaba otra cosa a Mario, convirtiéndose a posteriori en una marca masiva con toneladas literales de productos. Ya sea en 2D o 3D, juegos de rol o deportes, carreras de karts o aplastar hermanos, Mario ha logrado encajar en cualquier lugar donde lo ponga Nintendo. Parte de esto se debe, sin duda, a que, no a pesar de, sus humildes raíces como duende de reemplazo para un acuerdo de licencia que salió mal. Dado que el personaje de Mario tenía tan poca historia de fondo, abrió el personaje a posibilidades casi ilimitadas.

Tenemos una “ficción” en torno a Mario y sus aventuras en el Reino Champiñón, pero debido a que Mario no tenía ninguna razón real para saltar barriles y llamas para alcanzar su objetivo, su única motivación en los juegos era lograr un objetivo a lo largo de varias aventuras.

Y como tantas buenas aventuras, la de Super Mario RPG se remonta a las noventa, década en la que Squaresoft empezó a desmarcarse como una de las principales desarrolladoras de JRPG y Nintendo se estableció como la productora de hardware dominante en el mercado de las consolas. El primer paso lo dio Square, que se acercó a Nintendo a principios de 1994 para proponerle el proyecto: Super Mario RPG. Viendo ahora el juego terminado, 25 años desde el futuro, parece hasta fácil la forma en la que encajan todas sus piezas, pero llegar ahí fue un proceso laborioso y lleno de dudas.

Y libros como “Érase una vez siete estrellas: Super Mario RPG”, de Paula Rivera Donoso, ponen de manifiesto todo este proceso, proponiéndonos un viaje por la imaginación que impregna cada recodo de una aventura en la que el humor, los personajes disparatados y la variedad de situaciones en las que nos vemos envueltos. Si bien, este libro no solo pretende ofrecer información relevante sobre los llamativos orígenes, características y legados de Super Mario RPG en tanto RPG, sino también plantear un análisis de los componentes narrativos del juego desde el marco teórico de los cuentos de hadas y la literatura de fantasía.

Un salto de fantasía

Los videojuegos no son un medio definido por sus géneros temáticos del mismo modo que la literatura, el teatro, o el cine pueden llegar a serlo. Para el videojuego su posesión más valiosa es la interactividad, capitaneada por el gameplay que establece la relación que se forma entre el jugador y lo que sucede en pantalla. Por esa razón, la división a través de la cual definimos a cada título suele estar más relacionada con este gameplay y no el trasfondo que les rodea.

Hablamos por tanto de videojuegos de acción, de plataformas o de disparos y no de comedias, westerns o género histórico. Sin embargo, privar de importancia a estos géneros temáticos o narrativos sería muy inocente por nuestra parte, pues nos ayudan a entender dentro de qué marco se encuentran los sucesos de un juego, qué podemos esperar, qué es coherente dentro de ellos, o qué deberíamos hacer en su contexto, es decir, nos ayudan a establecer un punto de partida para entender el mundo que estamos jugando, y a los desarrolladores les ayuda a tener una base sobre la que construir sus ideas.

De los géneros temáticos principales que existen es difícil pensar en uno que esté más relacionado con nuestro medio que el fantástico. Ya sea viajando por el anillo espacial del universo Halo, combatiendo limos en la serie Dragon Quest, o sobreviviendo a los chasqueadores en The Last of Us, este género y sus ambientaciones y temas asociados están presentes en la mayoría de nuestras experiencias jugables. Sea como fuere, cuando pensamos en el género fantástico en su conjunto, normalmente estamos cayendo dentro de lo que se denomina la fantasía de cuentos de hadas.

Esta categoría se caracteriza por suceder en un lugar regido por unas reglas naturales abiertamente distintas al nuestro, en el que el punto de partida es un mundo imaginario, aunque pueda guardar ciertas similitudes con nuestra realidad.

Un mundo como el de Super Mario RPG y que “Érase una vez siete estrellas: Super Mario RPG” se encarga de ilustrarlo a través de sus páginas, contagiándonos con su magia y siendo capaz de cumplir todos nuestros deseos. Es un ejemplo de sencillez y posibilidades que homenajea con mucho acierto al fontanero, pero al mismo tiempo, es capaz de ofrecernos multitud de lecciones de vida que nos harán experimentar todo tipo de sentimientos. Y todo, desde mundos plagados de personajes fascinantes, aventuras y ese aire “místico” que solo te pueden proporcionar este tipo de historias.

Una nueva forma de alcanzar las estrellas

Todo esto nos daba un guion que era sorprendentemente inspirado y combinaba la inocencia y sacarosa habitual con punzadas de humor afilado y abundantes situaciones surrealistas. A falta de secuestro formal por parte de Bowser, por ejemplo, esta vez la princesa caía en la fortaleza de Booster, un extravagante ermitaño sin habilidades sociales que procedía a organizar una boda simplemente para comer tarta. Y el descubrimiento de la verdadera identidad de Mallow como príncipe de un reino entre las nubes era sucedida por la infiltración en un palacio ocupado por Valentina, cazafortunas que había hecho creer a todos que el propio Mallow era un rechoncho pájaro negro con quien estaba prometida.

Es posible que Super Mario RPG no tuviese los dramas y maquinaciones de otros JRPG, pero sí una concatenación de personajes y momentos memorables puntuados por la excelente banda sonora de Yōko Shimomura. Asimismo, destacó por un sistema de combate por turnos que introdujo de manera muy acertada y natural los objetos clave de las entregas principales. Naturalmente, la estrategia y nuestro conocimiento de las habilidades, ventajas y desventajas de nuestro equipo son elementos a tener en cuenta y vitales para salir airosos de los enfrentamientos.

Como cualquier RPG en 2D que se precie, Super Mario RPG también cuenta con secciones de exploración, que nos invitarán a recorrer los escenarios en busca de secretos y recursos útiles para la aventura, e incluso niveles con partes de plataformeo, algo que no podía faltar en un juego de Mario.

Un cuento de hadas

Con todo esto, Super Mario RPG reinventó la máxima del fontanero más famoso del videojuego por medio de una aventura inolvidable, refrescando la fórmula y añadiendo nuevas ideas, pero siempre manteniendo su esencia, sin perder el rumbo. Un derroche de creatividad, simpatía y diversión que sigue sin tener rival en el mundo de los videojuegos y que “Érase una vez siete estrellas: Super Mario RPG” nos recuerda constantemente, evadiéndonos a través de su prosa mientras leemos con una sonrisa dibujada en la cara, y volvemos a sentirnos un niño, igual que cuando disfrutamos de este juego por primera vez o descubriéndolo por vez primera.

Esta reseña ha sido realizada gracias a un ejemplar físico facilitado por Héroes de Papel.

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