América Latina Juega

Los videojuegos han conseguido ser parte de la vida diaria de cada persona, en este caso mediante un conjunto de adhesiones de las representaciones colectivas que hacen que nuestra realidad sea más cotidiana y fundamental. Tanto es así que hay un futuro muy grande frente a nosotros en materia de desarrollo de experiencia de juego y son cada vez más los talentos que están todavía más cerca de formar parte de un sector altamente competitivo, desarrollando obras sumamente sofisticadas que consiguen sensibilizar muchas problemáticas sociales.

En consecuencia, los videojuegos se han convertido en un mercado masivo y representan el principal motor del entretenimiento global, aglutinando a decenas de miles de profesionales que vienen de otras industrias, como el cine y la música. De la misma manera, el incremento de plataformas en las que jugar ha propiciado que hayan tantos perfiles como formas de consumir videojuegos, gracias especialmente a los esfuerzos que han impreso los desarrolladores a la hora de crear productos que puedan despertar el interés de los distintos colectivos. Cualquiera puede jugar

América Latina: identidad y diversidad cultural

Y a pesar de que la globalización es el resultado de un largo proceso histórico, el despegue de la industria de videojuegos en América Latina sigue siendo una gran desconocida a los ojos de un ciudadano europeo medio. Empero, de un tiempo a esta parte, esta región geográfica del continente americano se ha convertido en la segunda con mayor incremento en la industria, con un índice de crecimiento anual superior al 10%. Si bien, el entusiasmo supone un despertar de la conciencia, y personas como Luis Wong, cofundador de LEAP Game Studios, ponen de manifiesto esta necesidad de conocer esta suerte cara cada vez menos oculta con América Latina Juega: Historias del videojuego latinoamericano. 

Se trata de un interesante acercamiento a las propuestas, prácticas y aportaciones llevadas a cabo en la industria que nos ocupa por un puñado de estudios que empezaron como todos: desde la nada y sin recursos económicos. Historias protagonizadas por un puñado de emprendedores por vía de relatos que, en algunos casos, terminan en éxito, pero cuyo punto de partida siempre es el fracaso. Sea como fuere, son ejemplos perfectos de por qué esto último nunca debe detenernos para cumplir nuestra visión.

En otras palabras, son una serie de crónicas y testimonios que llegan a un punto común y que al mismo tiempo, reflejan la pasión por el mundo de los videojuegos. Y pese a que esta, la pasión, es necesaria, a veces no es suficiente, sobre todo para una industria tan puntera como cambiante. Empero, por medio de distintos perfiles que abarcan multitud de países, el autor limeño nos muestra los distintos desafíos que supone afrontar el desarrollo de un videojuego, comenzando en muchos casos por el aprovechamiento de las copias legales para la realización de varias modificaciones jugables, los cracks, para posteriormente hacer clic y crear obras de arte originales. 

Desde Papo & Yo, una experiencia metafórica marcada por la violencia derivada del consumo del alcohol, hasta Rock of Ages, tenemos un puñado de ejemplos que han sentado un sonoro precedente.

Impactos sociales y políticos en América Latina

Sea como fuere, esto siempre ha sido así (los obstáculos que entraña la creación de una obra) y no hay país en el mundo que se libre, ya que a día de hoy, el proceso que va desde la concepción de un videojuego hasta su producción y comercialización, es algo que está muy marcado por las pautas que establece el mercado. Tanto es así que, ahora mismo una empresa no se levanta desde el garaje de casa, pues todos esos videojuegos que se hacen entre cuatro amigos pueden tener una menor probabilidad de éxito de que toque la lotería.

Sin embargo, no es menos cierto que algunos territorios siempre han arrastrado una situación de generalizado conflicto que, en mayor o menor medida, han sacudido al continente entero, con un puñado de países replegados sobre sí mismos mientras la dialéctica de la confrontación y el populismo han enrarecido las relaciones diplomáticas, exacerbando algunos de los rasgos que acompañan a la era política y social recientes. A esto también hay que sumar la falta de inversión para desarrollar y lanzar los proyectos a mercados internacionales y el posicionamiento escéptico ante quienes afirman de forma generalizada que los videojuegos son perjudiciales. 

Luis Wong recoge a través de América Latina Juega, y de forma muy veraz, todas estas situaciones, pero también muchos de los éxitos que han convertido América Latina en una industria cada vez más puntera. Una industria que otrora ha vivido a la sombra de otras, y que busca constantemente su propia identidad con elementos reconocibles, explorando las distintas corrientes y modos de entender en el mundo donde vivimos. 

Esta reseña ha sido realizada gracias a un ejemplar en PDF facilitado por Héroes de Papel.

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