Warhammer 40

Hay muy pocos universos más atractivos que los que atesora Games Workshop en sus juegos de miniaturas. La compañía británica tiene en su poder amplios mundos basados en la fantasía, la ciencia ficción oscura y gótica e incluso goza de la posibilidad de crear juegos de tablero basados en El Señor de los Anillos y El Hobbit, sin limitaciones de ningún tipo. Tras pasar algunos años malos -que coincidieron con la crisis económica que azotó a los principales mercados internacionales-, la firma ha ido renovándose en su concepción del hobby, sacando nuevas líneas y adaptando sus principales sistemas a los videojuegos de las maneras más diversas.

La estrategia, que ya le dio ciertos frutos a comienzos de la década, vuelve con más fuerza y una mayor variedad, intentando tocar los más variados géneros del ocio digital.

Creative Assembly ya demostró que Warhammer, en su edición Fantasy, podía dar el salto a los videojuegos de estrategia con cierta madurez, y durante años, Warhammer 40.000 ha ido viviendo a base de adaptaciones en consolas, PC y plataformas móviles con distinta suerte. Ahora es Everguild Ltd. la que decide apostar por el despiadado futuro de Games Workshop por medio de, Warhammer 40,000: Warpforge, un juego de cartas coleccionables digital que reúne a todas las principales facciones de la Galaxia como cartas digitales.

La más noble y la más despreciable

Los juegos de rol y cartas están viviendo, sin lugar a dudas, su mejor momento desde que, en los 90, los amantes del rol más clásico se pasasen horas y horas jugando, sobre una mesa, a Magic o Yu-Gi-Oh

Ahora, en plena efervescencia de los Battle Royale y otros juegos de acción desenfrenada, este género se ha hecho un hueco en el mundo del videojuego gracias a una fiebre iniciada con Blizzard y Hearthstone que, poco a poco, ha ido calando entre el gran público que, a día de hoy, tiene diversos títulos de este tipo a su disposición como una nueva adaptación de las propias Magic, Gwent o The Elder Scrolls Legends.

Warhammer 40,000: Warpforge se aleja de la complejidad de otros títulos de cartas y, a priori, nos encontramos con un juego con mecánicas aparentemente sencillas que son muy accesibles para todo tipo de jugadores, incluso si no son grandes aficionados a este tipo de juegos. Al principio de la partida contaremos con un mazo de cartas con ataques y defensas muy sencillos que rápidamente aprenderá a controlar cualquier jugador.

De la misma manera, y durante los primeros minutos nos daremos cuenta de que, pese a la complejidad del universo de Warhammer 40.000, la gente de Everguild Ltd. se ha esforzado en presentar todo el trasfondo del mundo y dándonos muchas posibilidades de conocer más de este turbulento y distante milenio, ofreciéndonos un punto de partida muy interesante.

Tanto es así que el l estudio ha hecho acopio de ilustraciones y todo el halo de la estética gótica y futurista de Warhammer 40.000, presentándonos enormes naves con estructura de catedral, pantagruélicos mundos urbanos, estaciones espaciales vacías y deformidades extrañas. Incluso se han permitido el lujo de incluir múltiples referencias visuales y argumentales a ciertos capítulos de los Marines Espaciales y coquetear con el Adeptus Mechanicus. La identidad visual del juego está bien velada y representada, quizás de la mejor forma hasta la fecha en relación al universo de Games Workshop teniendo en cuenta casos anteriores.

Fiel al universo

Con esta premisa y un inicio tan sencillo iremos aprendiendo, poco a poco, cada una de las mecánicas que se van sumando a los combates, ampliando nuestro mazo tras cada encuentro y empapándonos, poco a poco y casi sin darnos cuenta, de unas mecánicas jugables más complejas de lo que podían parecernos en un principio. Esta aparente sencillez en las mecánicas y, a la vez, la gran dificultad para superar el juego hace que Warhammer 40,000: Warpforge nos atrape, picándonos al desafiar nuestra habilidad como jugadores y provocando que, como “decía” la canción (hemos de confesar que nos hemos tomado alguna licencia), solo pensemos en comer, dormir, jugar (fracasar) y repetir nuestra partida una vez más.

Es un enfrentamiento menos agresivo y más calculado que en otros juegos del estilo, pero también más equilibrado. Llegar al final de una partida sin la certeza de si vas a ganar o no es, salvo en contadas excepciones, algo muy habitual. Y eso es precisamente lo que intenta explotar el juego de marras con su fórmula.

Al final, Warhammer 40,000: Warpforge es un título mágico, de esos que nos retan y que nos hace parecer amantes del sado, del fracaso, del sufrimiento de perder una y otra vez a la vez de que nos damos cuenta de que nos vamos convirtiendo en mejores jugadores y que, aun así, el juego, con tan sólo un paso en falso por nuestra parte, puede hacernos caer en sus garras de nuevo.

Estas impresiones han sido realizadas gracias a una clave digital de PC facilitada por Everguild Ltd

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