Age of Darkness

La oscuridad surge ante la carencia de luz. Porque cuando esta no llega a percibirse en un cierto ambiente, puede decirse que el lugar está oscuro. Por ende, el miedo a la oscuridad es un temor frecuente, que no solo afecta a niños, sino también a un buen número de adultos. Somos animales diurnos; el sentido que más utilizamos es la vista, un sentido que gana cuando lo que queremos ver está iluminado.

Así, por ejemplo, en la mitología egipcia, ya se establecía que esa oscuridad era la que reinaba en el inframundo. Por todo eso, es fácil entender que en nuestra cultura también esté asentada la idea de que lo oscuro es negativo, malo y peligroso. Después de todo, la ausencia de luz nos limita, nos vuelve torpes. No sabemos dónde están los obstáculos, a veces ignoramos qué nos rodea y, en definitiva, tendemos a ponernos más a la defensiva porque aumenta la incertidumbre sobre lo que nos rodea. Todo indica que ese miedo a la oscuridad se asocia con cómo funciona el cerebro.

Oscuridad y desesperación

Dicho de otra forma, es posible entender la oscuridad como algo asociado a la angustia o a lo tenebroso, y juegos como Age of Darkness: Final Stand se amparan en esta máximo proponiéndonos defender el último bastión de la humanidad contra hordas de criaturas venidas de la oscuridad. A este respecto, mediante un desarrollo que combina la estrategia en tiempo real con una ambientación de fantasía.

La vida es semejante a un campo de batalla en medio de ninguna parte. De vez en cuando se nos aparecen enemigos que pretenden robarnos la paz, hacernos dudar, crearnos temores, preocuparnos y desalentar nuestros sueños. 

Y aunque muchas obras nos infunden la actitud correcta del vencedor, y nos dan las estrategias exactas para alzarse contra el miedo, Age of Darkness: Final Stand nos enseña que es absurdo esperar algo de esperanza en un mundo tan lleno de desdicha. Esa mirada desencantada es la que predomina en el juego desarrollado por la gente de PlaySide. Una mirada administrada por hordas de enemigos que son capaces de someternos hasta convertirnos en cenizas. Una mirada que subraya con mucho acierto el valle de la desesperación, cuando el cambio parece imposible y nuestras posibilidades de victoria brillan por su ausencia.

La perpetuación de una victoria efímera

Si bien, antes de que el título de marras nos lleve a reflexionar sobre el papel de nuestros pensamientos como elemento que matiza el impacto de los acontecimientos negativos para con la humanidad, se nos ofrece la posibilidad de vivir de falsas esperanzas. Concretamente, adaptándonos a la composición del terreno desde un punto de vista cenital a la hora de generar nuestra estrategia, teniendo variables diferentes en cada partida en lugar de saber de memoria que en un mapa los recursos van a estar en un punto A y la mejor defensa se debe construir en el punto B.

Todo esto mientras nos paramos a construir grandes fortalezas, edificaciones y grandes ejércitos que deberemos gestionar de formas muy diferentes para lograr una mínima posibilidad de victoria.

Al final, Age of Darkness: Final Stand tiene algunas mecánicas que nos recuerdan inevitablemente a Age of Empires, sobre todo en lo que a colocación de elementos y gestión de unidades se refiere, pero con una nueva capa de pintura que transmite la desesperanza profunda de un mundo que se acaba. No es lo que nos cuentan ni las palabras que usan, que apenas hay, sino el gran número de secretos que oculta: el peligro detrás de la oscuridad y que debemos mantener a raya con el poder de la luz, una niebla mortífera que oculta a los enemigos y que drena nuestras vidas…

La desesperanza y el sentido de la vida

La desesperanza es un veneno que apaga ilusiones, motivaciones y energías poco a poco. Es la costra de la decepción permanente y esa espina que nos hace respirar a través de la amargura, hasta sumirnos en una trampa psicológica muy peligrosa. Porque a la larga, estos estados nos vuelven muy vulnerables a la depresión y otros trastornos con un alto coste emocional.

Age of Darkness: Final Stand vendría a simbolizar no solo falta de respiración, sino también ausencia de “espíritu” o pérdida de esa esencia que nos hace humanos.

Estas impresiones han sido realizadas gracias a una copia digital de PC facilitada por Team17.

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