Está claro que el videojuego es hoy una industria cultural con cabezas mucho más visibles, pero eso no cambia el hecho de que pocas cosas lo definen mejor que disparar a una oleada de naves enemigas. Muchas sagas pueblan la mitología de un género con una historia que empieza en 1978 si admitimos a Space Invaders como el pionero, pero ninguna de ellas ha conseguido llegar a estos tiempos nuestros con entregas del máximo nivel.
Estas ausencias contrastan con el vigor que se comprueba atendiendo a lo que ocurre en una escena indie de los últimos diez años, que ha tomado el relevo a los R-Type, Gradius y Darius, no de modo diferente a lo que ha hecho con otros géneros que ahora son de nicho.
No vamos a repetir lo que ya se ha contado muchas veces. La de los shmup es una historia que cuenta con excepciones para casi todo lo que pueda decirse, así que hoy vamos a recordar que el shoot’em up corre paralelo por dos caminos totalmente diferentes. Una buena forma de reducir ambas escuelas a su esencia diría que los shoot’em up horizontales, comandados por las grandes sagas de Irem y Konami, se centraron en aspectos como el armamento y la velocidad de desplazamiento, pero también confiaron en el diseño de sus niveles y su memorización.
Por el contrario, los verticales fueron ofreciendo una jugabilidad cada vez más directa, en la que teníamos que ocuparnos de muy poco aparte de destruir oleadas enemigas o de soltar alguna que otra bomba en el momento justo. Hay pocas dudas de que esta variante vertical, evolucionada hacia conceptos como el bullet hell, ha tenido una presencia mucho más estable a lo largo de los años. Y si no, que se lo digan a propuestas como Valkyrie of Phantasm, un intenso juego de acción y combates aéreos en el que tendremos que ir esquivando toda clase de ataques entre los que se incluyen lluvias de balas y hechizos de fuego.
Lucha mientras esquivas balas
Dicho de otra manera, el juego de marras es una especie de mezcla entre las lluvias de balas propias de un matamarcianos y un juego de lucha que, para los que tengáis ya unos cuantos años en esto, puede recordar a juegos como Psychic Force o incluso Virtual On.
Así, una vez hemos elegido a nuestra chica representante en el juego, nos disponemos a lidiar contra una rival tras otra en los distintos modos de juego, ya sea en el modo historia (con un guion que, a pesar de tener el encanto de ser fiel a los designios de Zun, no tiene mucha enjundia), arcade, el modo en el que nos enfrentamos a una enemiga tras otra seguida (boss rush), o los diferentes modos multijugador.
Explicar en qué consisten las batallas es tal vez más complicado que pelearlas. Rodeados de una interfaz de usuario que tiene una gran cantidad de señales y números, aparecen en pantalla las dos contendientes, una de las cuales manejamos nosotros (o dos, si estamos jugando a dobles). Están rodeadas de un par de círculos (los cuales indican el alcance del ataque corto y del ataque corto especial), y hay tres barras a tener en cuenta. Una marca la vida que nos queda en el combate, otra la carga para poder hacer ataques especiales, y la otra indica cuanto «cargador» nos queda del arma principal o secundaria.
Hay varios tipos de ataques especiales, y además hay una «bomba» que, por así decirlo, cambia el estado de la partida un rato, de manera que uno de los jugadores (el que ejecuta esa acción) tiene durante un tiempo la posibilidad de usar unos ataques especiales, mientras que el que se defiende, también con ciertas limitaciones, puede provocar que ese estado dure lo menos posible.
De esa manera, el juego mezcla la sencillez de control de un matamarcianos (que realmente es uno de los sistemas de juegos más fáciles de aprender de la historia de los videojuegos) con los complejos sistemas que subyacen debajo de un juego de lucha, convirtiéndolo en un ejemplo perfecto de esa frase tan escuchada en algunas ocasiones «fácil de aprender, difícil de dominar». Además, jugando a dos jugadores os evitáis tener que seguir la historia, que es realmente sencilla y olvidable.
Entrega tu alma de guerrero a la Valkyria
Valkyrie of Phantasm es, en última instancia, un proyecto de pura pasión, para lo bueno y para lo malo. Con un apartado artístico incontestable, su propuesta rebosa grandes ideas y ganas de pisar fuerte en un género tan duro y concurrido como los shoot’em up. Sus aristas son evidentes, pero sus aciertos en términos jugables lo convierten en un título mucho más que recomendable para aquellos que quieran probar una propuesta fresca y llena de desparpajo, que demuestra que hay vida más allá de los referentes de siempre.
Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de PC facilitada por PLAYISM.