The Callisto Protocol

Terror y ciencia ficción se dan la mano en el espacio profundo, la inmensidad, sea en el interior de la nave o lo inhóspito del planeta ajeno. Un lugar en medio de la nada del que no se puede escapar. No hay donde huir. Y el horror se desata. Alien, Horizonte Final, Dead Space… Distintas formas de mezclar el terror con la ciencia ficción para poner de manifiesto un escenario en el que se respira ese mal, esa atmósfera enrarecida y enfermiza, ese horror ante lo desconocido; el juego del gato y el ratón, la locura y paranoia de la soledad y la claustrofobia, la desesperación que no nos permite dejar atrás aquello que nos amenaza.

Como decía una película hace mucho tiempo: en el espacio, nadie puede oír tus gritos. Y juegos como The Callisto Protocol se amparan en esta máxima situando al jugador inmediatamente y sin ambages en la ciencia ficción espacial más terrorífica. A este respecto, para ofrecernos una aventura de terror en tercera persona protagonizada por Jacob Lee, quien, por cosas del destino, termina en la prisión de Hierro Negro, una cárcel de máxima seguridad situada en la luna de Júpiter, Calisto.

Y para poder sobrevivir, deberá huir de la prisión mientras descubre los oscuros e inquietantes secretos que se ocultan bajo la superficie de Calisto.

La alargada sombra de Dead Space

The Callisto Protocol no es un videojuego particularmente original en su trama narrativa, el desarrollo de los personajes o las mecánicas que presenta. Es el terror clásico de toda la vida que representa precisamente el miedo a lo ajeno, al invitado siniestro o al huésped que entra en la casa, que en este caso es la prisión de Hierro Negro. Sus méritos se encuentran sobre todo en la coherencia interna de su planteamiento, entre sus medios y sus fines.

Por ejemplo, las influencias del juego que nos ocupa son rastreables sin dificultad alguna (y puede que otro mérito sea el de presentarlas de forma bastante obvia, sin resultar presuntuoso en forma de alusiones veladas): desde el punto de vista narrativo, bebe de clásicos de la ciencia ficción como Dead Space o la saga Alien (por innumerables motivos: el xenomorfo letal que acecha; la oscuridad de la nave espacial; el inmenso vacío del espacio exterior como terrorífica paradoja, pues delimita por exclusión espacio, ahora claustrofóbico, del que no hay escapatoria…).

De La Cosa, de John Carpenter, toma sin duda el carácter antropomorfo al tiempo que multiforme del alienígena, la estética gore de las vísceras y la mutilación del ser que no acaban con su vida a menos que se planifique más estratégicamente; y de los clásicos del cine de zombis se toma también el gore, tropos recurrentes como el del ser que se arrastra hacia el protagonista incluso desprovisto de sus extremidades, así como la original inversión del tropo más recurrente en este código: que únicamente disparar a la cabeza servirá para detener al ser.

El suicidio como última y única salida posible ante el horror también es un tópico en este género de películas y series apocalípticas, que The Callisto Protocol refleja sin rubor en múltiples ocasiones a lo largo de la experiencia, que puede extenderse hasta las 10 horas.

La hipnótica danza de los esquives

En lo que a estética y mecánicas se refiere, la obra que protagoniza estas líneas se nutre sin complejos de los títulos de la otrora Visceral Games: en su perspectiva de “shooter” en tercera persona, sus controles de movimiento y apuntado, interacción con el entorno y grafismo tenebroso.

De la misma manera, la oscuridad rodea constantemente a nuestro protagonista, por lo que el oído será nuestro mejor recurso para detectar si acechan enemigos, causando así la inmersión con otro sentido además de la vista, contribuyendo también al terror en forma de sobresalto inesperado en nuestras manos.

Por otra parte, la recarga de las armas suele ser lenta, y lo que es más importante: la munición es muy escasa, sobre sobre durante los primeros compases. Sabiendo que Jacob Lee está condenado sin munición, el sentimiento de desesperación y la esperanza ligados al hecho de gastar o de hallar munición refuerzan la inmersión en el ambiente terrorífico y la precariedad de nuestro protagonista (heredado de Dead Space y Resident Evil, entre otros).

El elemento diferenciador reside en el esquive, lo cual favorece perfeccionar nuestros movimientos a la vez que vuelve el combate cuerpo a cuerpo más adictivo que su competencia más directa. Esto nos da no solo variaciones en la velocidad y contundencia del combate, sino cambios en nuestras habilidades fuera del mismo. The Callisto Protocol acierta al incorporar mecánicas coherentes con la ambientación de la ciencia ficción y del terror, que los refuerzan.

Dentro de la inmensidad del espacio

Al final, la originalidad no es el punto fuerte de la obra desarrollada por la gente de Striking Distance Studios. Sí es, no obstante, un buen ejemplo para ilustrar cómo lo fantástico puede encontrar su lugar en el medio de los videojuegos.

Un ejemplo con un gusto por el gore nada desdeñable, que ofrece momentos de esos que permanecen en la retina del jugador mucho más allá de lo fugaz de su exposición en pantalla, y con un correcto sentido de la narrativa —que no se abandona en aras de confundirnos con vacíos trucajes.

Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de PlayStation facilitada por Meridiem Games.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí