BPM

Desde tiempos inmemoriales, muchas personas con tendencias conservadores aseguraban que el ritmo de la música rock inducía directamente al pecado. De hecho, parece que, si el mismo Satanás tuviera que escoger un género musical, este tendría que ser necesariamente el rock o el heavy metal (así como todas sus exhaustivas variantes).

Algo parecido podría ocurrir con BPM: BULLETS PER MINUTE, una obra marcada por el rock y atravesada por el sentido del rimo. Una obra en la que la gente de Awe Interactive establece una relación con el jugador con el fin de ofrecernos un desarrollo en el que debemos disparar, saltar y esquivar al ritmo y compás. Una obra en la que luchamos como una poderosa valquiria para impedir que las fuerzas del inframundo invadan el mundo de Asgard.

La temporalidad de la música

Si hay un elemento que realmente afecta a la música es el tempo. Su influencia en la obra musical es excesiva agregando diferentes sensaciones o incluso pudiendo deformar la obra por completo. Sin embargo, su influencia va más allá de la obra y aparece en el ambiente, en la actitud y el ánimo de quienes oyen la música, afecta los estados y el comportamiento e incluso en el ritmo básicos de la vida de los seres humanos.

En resumidas cuentas, el tempo musical debe ser valorado como unos de los primeros elementos a tener en cuenta a la hora de componer, así como también a la hora de influir personas a través de la música. Tanto es así que la primera preocupación del intérprete es comprender el carácter de la música, no debiendo partir con ideas preconcebidas sobre las emociones o el temperamento a expresar, sino buscar el carácter en los elementos formales de la música misma.

Y en BPM: BULLETS PER MINUTE, el tempo musical está constituido básicamente por la repetición de un patrón y es esencial para la percepción de los distintos acontecimientos que ocurren. Después de todo, todas nuestras acciones, especialmente las que consisten en disparar, y las de nuestros enemigos están ligadas al ritmo de la música, sobre todo si queremos hacer más daño si cabe. Pero más allá de la cuestión de la velocidad exacta a la que se debe interpretar cada disparo, el título de marras también se interesa por la fluctuación del tempo a lo largo de los niveles, aunque siempre dependiendo de las características del propio texto musical.

El resultado es simplemente sensacional, bajo una lógica jugable de ensayo-error, generando una enorme satisfacción al ser completados.

El infierno nunca había sido un lugar tan divertido con música

Porque cuando uno entra dentro de esta propuesta, cuando el jugador abraza este planteamiento de acción tan directa que se desarrolla en mazmorras generadas de forma aleatoria y con una gran cantidad de mejoras en su haber, el juego que protagoniza estas líneas simplemente no tiene rival a la hora de ofrecer satisfacción de vieja escuela definitiva.

Es ahí donde reside el éxito del producto que apadrina Playtonic Games: las sensaciones al ratón o a los sticks de una Nintendo Switch. Y es que nuestra poderosa valquiria se maneja fenomenalmente, se siente fenomenalmente. Es tremendamente difícil hablar de sensaciones en un texto porque, con un pantallazo, cualquiera podría comparar BPM: BULLETS PER MINUTE con otro FPS genérico; es una vez se maneja al personaje y se observa el inmenso trabajo de las físicas, del motor que mueve el juego, cuando uno se da cuenta del nivel de pulido que atesora la obra de marras.

Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de Nintendo Switch facilitada por PressEngine.

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