Todo el mundo sabe que leer diarios personales ajenos está mal, pero ¿y si la vida de nuestro hermano pequeño dependiera de ello? A grandes rasgos, esta es la premisa de Lynn, The Girl Drawn On Puzzles.
Un relato ambientado en la cultura oriental
Como ciudadanos occidentales que somos, no son pocas las veces en las que nos hemos preguntado cómo debe de ser vivir en una sociedad politeísta. Dioses de todo tipo, incluso algunos extraños, como aquel que vive en el retrete, y seres varios protagonizan una cultura que nos es tan lejana como llamativa. En este caso, tomando como base la mitología coreana, Lynn, The Girl Drawn On Puzzles nos pone en la piel de Lynn, una joven que parte en busca de una reliquia con el fin de curar la enfermedad de su hermano.
La causa es que la diosa de la viruela se ha instalado en su aldea, infectando a parte de la población. Como último recurso, Lynn piensa que el orbe del Zorro de nueve colas será capaz de conceder su deseo, pero antes de conseguirlo, se ve atrapada en el diario de este ser mitológico. Ahora, su periplo consiste en superar una serie de niveles con forma de puzles en los que deberá hacer frente a cajetillas, movimientos limitados y dokkaebis, una especie de duendes propios del folclore coreano.
Sin embargo, este zorro que hemos visto a su manera en multitud de obras, como Pokémon o X, y sus esbirros no serán los únicos elementos característicos de la cultura asiática. Esto es, el curioso arte de la pintura oriental aderezará los escenarios con tinta negra para relatarnos la historia de una forma sencilla y precisa con la que nos resultará fácil admirar cada uno de los trazos que componen la escena. Además, la narración también cuenta con una serie de ilustraciones de lo más detalladas, esta vez cargadas de color y sentimiento, y con un estilo tan particular que nos enamorará.
A su vez, la fuerza visual vendrá acompañada de la sonora, pues durante las escenas del juego, las ilustraciones van acompañadas de una narradora que dotará de voz a los diálogos. Con suma naturalidad, esta actuación logra sumergirnos más si cabe en los acontecimientos de la historia. Y, por si fuera poco, en determinados momentos, la música ambiental deja paso a un tema vocal que hará las delicias de quien esté a los mandos.
Este amuleto me recuerda a un puzle
No sabemos qué tienen los rompecabezas que tanto nos gusta. A pesar de tener que recurrir en muchas ocasiones al ensayo y error, seguimos jugando, intentando evitar el game over y pensando en cómo mejorar nuestra puntuación. Porque sí, en Lynn (…) contamos con un sistema de puntos, en forma de orbes, en el que en función de nuestras acciones ganaremos hasta 3 de ellos. Lo que determinará la cantidad de orbes ganada es el número de desplazamientos llevados a cabo, motivo por el que es fundamental optimizar nuestros movimientos.
Siguiendo con los niveles, el progreso en cada uno de los más de 100 puzles existentes en el juego consiste en guiar a nuestra protagonista sana y salva hasta la cajetilla de meta. Para superar el reto, tendremos el control de algunos elementos que nos posibilitarán sortear distintos obstáculos, tales como fuegos fatuos, paredes intercambiables o monstruos (o lo que es lo mismo, los anteriormente nombrados dokkaebis).
A partir de esta premisa, se desarrollan los distintos capítulos de los que consta el juego y, como no puede ser de otra manera, su forma de introducirnos a los puzles. Con respecto a la historia principal, poco a poco son más las variables a las que prestar atención, por lo que la dificultad es cada vez mayor. Sin embargo, la incorporación de obstáculos es gradual, distribuyéndose a lo largo de los episodios y también dentro de cada uno de ellos, dando como resultado una estrategia que permite acostumbrarse fácilmente a las nuevas mecánicas.
Por otra parte, las experiencias de Lynn no lo son todo, pues tenemos a nuestra disposición un relato extra que confiere otro matiz a la aventura principal, y una historia en la que encarnamos a una pequeña ardilla. Esta última, además de ser la más independiente, también es la más sencilla, pues en estos niveles no existe límite de movimientos ni posibilidad de que acabe la partida.
No es oro todo lo que reluce
Como en todo relato de dioses y humanos, ni todo es blanco ni todo es negro. La cualidad del ser divino comporta una serie de decisiones que rara vez favorecen a ambos bandos. Los mortales, por otro lado, persiguen un propósito, en ocasiones, sin atender demasiado a sus consecuencias. La avaricia, el egoísmo y las ansias de superioridad pueden llegar a labrarnos muchos enemigos, mas siempre habrá alguien que vaya en contra de esa vertiente tan destructiva.
La inmediatez prima en nuestro mundo, pero en ocasiones conviene poner el freno de mano y tomarnos un descanso. Pararse a reflexionar y analizar la situación con perspectiva ayudará a resolver cualquier tipo de conflicto que nos preocupe, ya sea externo o, sobre todo, interno. En este sentido, disfrutar de un buen rompecabezas que nos abstraiga de la rutina puede propiciar que encontremos nuestro orbe del zorro particular.