Asterigos

Si hay algo que caracteriza a muchos videojuegos donde existe alguna forma de combate es la existencia de jefes. Grandes, pequeños, colosales, angelicales, infernales, irreverentes, estremecedores, impíos… Entendemos los jefes finales en los videojuegos como exámenes, batallas para poner a prueba lo aprendido. Sin embargo, este no es siempre el caso. Los jefes en muchos juegos modernos son una convención utilizada para establecer un clímax mecánico y narrativo; por ejemplo, es común que un título termine con un Armagedón final porque se enfoca en que el héroe (el jugador) derrota al villano.

En otras ocasiones sirven para aportar variedad a la aventura, y ya de paso ofrecer unas imágenes impresionantes que el departamento de marketing puede colar en los tráileres.

La importancia de los jefes finales

En Asterigos: Curse of the Stars, un RPG de acción inspirado en las mitologías griega y romana, la inclusión de jefes representa el aprendizaje como base de este juego y no como ensayo y error; una curva de dificultad muy bien perfilada y ajustada. Y en pocas ocasiones, el juego se sale del patrón perfecto de curva de dificultad, que podríamos considerar que fuera el Tetris. Un juego que te plantea un reto, como hemos dicho justo, que además te obliga a continuar adelante, ya sea por recompensas o trofeos.

Al final, la obra desarrollada por la gente de Acme Gamestudio te premia la habilidad, pero no penaliza mucho los errores.

Tanto es así que en Asterigos: Call of the Paragons, esto no es una excepción y, de hecho, son los jefes los que nos dejan los momentos más importantes de esta pequeña expansión. Una expansión que además de ofrecernos una nueva zona que explorar, una suerte de ubicación interdimensional que alberga el poder de los ascendidos, tiene como principal atractivo la introducción de 7 nuevos encuentros contra jefes: los parangones de Afes, héroes legendarios del pasado.

La letra con sangre entra

Eso sí, Asterigos: Call of the Paragons, puede ser un contenido duro con aquellos ajenos a sus particulares. En sus primeros pasos, hasta los jefes más comunes pueden matarnos a la primera de cambio, si no somos precavidos. Así, nos enfrentamos a una obra que requiere de cierto esfuerzo por parte del jugador a la hora de replantear sus ideas. Aquí nosotros nunca llevaremos la iniciativa, nuestro papel es el del luchador paciente. Aguantar las embestidas de los enemigos y buscar sus puntos débiles, esos fotogramas de vulnerabilidad.

Todos los enemigos los tienen, pero el juego exige una atención inusitada y esa es su principal baza para atraer o espantar. Si bien, triunfar contra un gran enemigo con tu propia estratagema o habilidad es una sensación maravillosa. Ante todo, esa es la gran lección que podemos extraer de este contenido descargable, y que prácticamente todos sus jefes nos enseñan: no se trata de morir por gusto, se trata de superarnos a nosotros mismos. Criticarnos a nosotros mismos, ver dónde nos quedamos cortos e intentar arreglarlo.

Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de Xbox Series X|S facilitada por White Label PR.

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