100 Steps

En los videojuegos, es frecuente encontrarse con puntuaciones que califican nuestro desempeño en las fases que lo componen. En esta suerte de nota evaluativa se pueden tener en cuenta varios factores, pero diríamos que el más primordial es el del tiempo invertido para completar el nivel en cuestión. Desde títulos clásicos como Super Mario Bros y Crash Bandicoot en sus fases extra hasta otros mucho más recientes como IDEA o Ghostrunner 2, muchos han sido los juegos que han abierto las puertas a eso de pisar el acelerador.

Normalmente –y realmente por definición–, relacionamos el contrarreloj con el tiempo, ya sea cronometrando los segundos que tardamos en llegar hasta la línea de meta o bien corriendo bajo la presión de hacerlo antes de que se agote el tiempo. Pero ¿por qué no ir más allá y dejar el eje temporal tranquilo? ¿Y si en lugar de centrarnos en el lapso de acción lo hiciéramos en los movimientos que podemos dar?

Dejando a un lado el estrés temporal y poniendo énfasis en el desplazamiento, esta es la premisa de 100 Steps, un título español en el que Endorth Studio nos pone en los zapatos de alguien que debe llevar sus pasos lo más lejos posible en tan solo 100 acciones.

100 acciones para dominarlos a todos

Un número tan redondo y elevado como una centena no merece otro calificativo que el de divino; y es que nuestro propósito nos viene dado de una forma celestial, con dioses de por medio. En un reto que solo nosotros seríamos capaces de aceptar, en 100 Steps nos vemos abocados a idear la mejor de las estrategias para invertir las cien acciones que tenemos a nuestro alcance de una forma óptima en un afán de llegar hasta esos dioses y transformarnos en uno de ellos.

Así, nos adentramos en un escenario en forma de torre y con infinidad de pisos por encima de nuestra cabeza. Como no podía ser de otra manera, a lo largo y ancho de cada piso encontramos enemigos de varios tipos (fuego, hielo, planta y roca) y tamaños que concretarán el daño realizado y recibido. Para ayudarnos a deshacernos de ellos, durante el ascenso podremos interactuar con cofres de recompensa aleatoria, vendedores que pondrán a nuestra disposición objetos a un módico precio y una forja donde se puede tanto mejorar accesorios como reparar herramientas. Cabe destacar que estas dos últimas ayudas están distribuidas al azar y no las toparemos en todas las plantas, al contrario que los cofres.

Ante tal panorama, para conseguir llegar a lo más alto, 100 Steps que nos ocupa nos proporciona una serie de mecanismos para evitar que nos rindamos a las primeras de cambio: las mejoras y las gestas. Las primeras consisten en la obtención de estados potenciados permanentes, como incrementar el daño o aumentar los usos de las armas, mientras que las segundas conllevan la adición de nuevos personajes y accesorios al plantel original. Con estilos y finalidades muy variopintas, cada ser que encarnemos tiene unas características muy bien definidas, favoreciendo la fuerza bruta o la adquisición de objetos durante la partida.

Además, por último, existen unas gestas especiales que comportan una serie de ventajas cuyo efecto se inicia en el instante en el que las conseguimos. Aun con todo, y a raíz de la vertiente roguelike del juego que nos ocupa, la suerte será aliada y enemiga al mismo tiempo, puesto que en nuestro periplo la diosa Fortuna determinará si tanto el contexto como sus elementos suponen más o menos trabas.

Con paso lento pero seguro

Salvando las distancias y tomando el título de manera literal, podríamos pensar que 100 Steps es un walking simulator, “solo” que cambia la primera persona por la perspectiva isométrica y los acertijos para avanzar, por estrategia pura y dura. No obstante, sí coincide en diversos aspectos. Por una parte, la mecánica principal de estar en continuo movimiento –a pesar de que actuamos por turnos– y, por otra parte, la frecuente exploración del entorno.

A partir de ello, empieza a dejarse entrever los entresijos de este juego. Básicamente porque nos empuja muy rápidamente a analizar cada situación con el fin de priorizar los objetivos de nuestro periplo. Teniendo en cuenta que tanto las armas como los objetos poseídos son consumibles, es en este punto cuando entran en conflicto las preferencias: ¿es mejor acudir a las puertas directamente sin recoger víveres o, por el contrario, recolectar provisiones aunque se inviertan muchos pasos? 

Por desgracia, no podemos dar una respuesta universal, dado que, como tantas otras cosas, en 100 Steps todo depende de las circunstancias. Especialmente cuando en algunos niveles la puerta está sellada y solo se abre al vencer al enemigo más fuerte presente en el piso en cuestión, necesitando algo más tangible que nuestra sola estrategia. Por lo que, en esencia, para sobrevivir es necesario buscar el equilibrio entre avance y regodeo.

La magia de la incertidumbre

Es muy fácil caer en el embrujo de 100 Steps a causa de su transparencia, pues no es un juego que te deje a tu suerte en ningún momento, sino más bien al contrario. Esto es, poniendo como ejemplo las gestas, encontramos sus definiciones disponibles en todo momento, siendo la persona a los mandos capaz de idear un plan, e incluso una hoja de ruta, en función de aquello que quiera conseguir o lo que estemos más cerca de alcanzar. 

Así, con un abordaje reposado, Endorth Studio –conformado por el solo dev Roger Vila– nos atrapa en una sucesión de partidas más o menos cortas a través de las que aprenderemos a la fuerza nuevos métodos para llegar un piso más lejos. Fruto de un inquebrantable espíritu de superación (o de una desmesurada ambición), 100 Steps nos propone un tablero de rol interactivo plagado de migas de pan que podemos tomar o dejar en función de las circunstancias, pero que siempre pondrá a prueba nuestra perseverancia.

Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de PC facilitada por Kinda Brave.

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