TT Isle of Man

Al igual que otros géneros, los videojuegos de conducción no han parado de mejorar y ampliar su propuesta por medio de motores gráficos cada vez más potentes. Tanto es así que algunos títulos parecen tan reales que en ocasiones es como si estuviéramos viendo la propia realidad. De la misma manera, los jugadores y apasionados del motor, han buscado desesperadamente la inmersión, la experiencia de conducción total y la sensación de tomar el control de los bólidos más exclusivos del mundo.

Sin embargo, el patinaje de velocidad sobre cuatro ruedas ha recibido mayor atención y cariño por parte de los jugadores y desarrolladoras que las carreras más locas sobre dos ruedas, manifestando una mayor cantidad de contendientes que han apostado por una conducción en mundo abierto, más coches, más eventos y un conjunto de herramientas que permiten crear nuestras propias carreras. Y aunque se están cambiando las tornas de un tiempo a esta parte, todavía queda mucho camino por recorrer.

A este respecto, la verdadera ambición de este TT Isle of Man: Ride on the Edge 3 no reside en el flamante aspecto de sus bólidos a dos ruedas o el correcto acabado de sus circuitos en pos de marcar una diferencia. 

Lo que más brilla es su férrea determinación por ofrecer el simulador de conducción más realista. Con este pensamiento como base, el juego que nos ocupa incide en la experiencia competitiva, demandando pericia y paciencia al jugador, apostando por un mayor realismo y ofreciendo libertad total para recorrer más de 120 millas en forma de carreteras.

Pasión por el motor

Pese a que estas han sido concebidas para un uso individual, las motocicletas guardan una importante faceta social, así como un marcado sentido de comunidad que han propiciado asociaciones, grupos, clubes y otras iniciativas que conectan a los apasionados de las dos ruedas en varias regiones del mundo. Asimismo, desde sus inicios en 1949 con el comienzo no oficial de MotoGP y el nacimiento de la Federación Internacional de Motociclismo que organizó los primeros campeonatos, el motociclismo de velocidad nos ha brindado carreras que han conseguido estremecernos y que han motivado a generaciones venideras. 

Durante muchos años hemos visto a innumerables pilotos disputarse los campeonatos y también unos pocos que nos han hecho sentir la adrenalina como si nosotros estuviéramos en la pista. No obstante, TT Isle of Man: Ride on the Edge 3 no apuesta por esta suerte de rimbombancia y espectacularidad, puesto que nos muestra esa parte más íntima que muchos desconocemos y que se encuentra detrás de cada gran competencia, de cada triunfo y de cada triunfo antes de salir a las pistas. En pocas palabras, ganar en la obra que nos ocupa es como una carrera de fondo que no se decide por entero en la pista, sino antes de pisar a fondo el acelerador.

Como en todas partes, existen distintos tipos y categorías de motos con diferentes usos y comportamientos, y a pesar de que todas ofrecen la libertad de movimientos y las características intrínsecas de las mismas, en muchos casos nada tienen que ver el comportamiento y las sensaciones de pilotaje de unas y otras. Esto es porque el tipo de motor, las geometrías, la posición en la que queda colocado nuestro cuerpo cuando nos subimos a la moto y el tipo de chasis marcan una diferencia notable.

A este respecto, TT Isle of Man: Ride on the Edge 3 nos permite gestionar todos estos elementos a placer, que se cuentan por cientos, por medio de una espectacular personalización, ya que podemos desmontar nosotros mismos cada uno de los componentes para venderlos o cambiarlos por otros mejores.

Mecánica y personalización

Son muchos los factores que influyen en el comportamiento dinámico de la moto cuando nos ponemos manos a la obra en el taller a golpe de quick time event, y en ese sentido, se nota que la gente de RaceWard Studio ha puesto mucho cariño en este TT Isle of Man: Ride on the Edge 3, ya que cada moto con la que experimentamos, que no son demasiadas, nos transmite unas sensaciones de pilotaje distintas, aun cuando todas tienen una cosa en común; son vehículos exigentes que están pensados para disfrutar a través de las curvas y encontrando los límites tarde y con mucho margen de maniobra.

Esto es algo que se aplica en su mundo abierto, el cual puede utilizarse para recorrer libremente las carreteras de la isla de Man y encontrar distintos modos de juego, así como una amplia gama de desafíos. El resto de modalidades individuales y de carácter mucho más competitivo, en cambio, se decantan por un desarrollo mucho más convencional y con ciertas remembranzas con respecto a lo que podemos ver en la competencia. Si bien, la escasez de pistas y escuderías pueden provocar una sensación de fatiga y desmotivación que llevan a posteriori al cansancio emocional. 

Una sensación que no se hace demasiado evidente si seguimos poniendo nuestras miras en el modo antes nombrado.

El placer de conducir

Son muchos los juegos de carreras sobre dos ruedas que han permitido una experiencia más cercana a la realidad a través de una jugabilidad sumamente refinada. Por ejemplo, propuestas como la saga TT Isle of Man han sabido transmitir muy bien el comportamiento de la moto sobre el asfalto, sumando además una gran cantidad de motos y contenidos varios. Y aunque esta última iteración sacrifica esto último, ofrece a cambio algo más que una simulación pulida y llena de matices

Desarrolla una pasión por el motor que se extiende más allá de las pistas de carreras y visibiliza a todas esas personas que se manchan las manos para que los pilotos alcancen la cumbre más alta cruzando la línea de meta.

Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de Xbox Series S|X facilitada por NACON España.

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