Cions of Vega

La desaparición de un ser querido es una de las cosas más aterradoras que le pueden pasar a alguien. En la ficción, esta horrible situación ha dado lugar a algunas de las historias más emocionantes y trágicas jamás realizadas. Para cualquiera, la desaparición de un hijo o pareja es una situación extremadamente angustiosa y muchas obras exploran personajes al borde de su propia cordura mientras intentan desesperadamente localizar al desaparecido.

Si bien muchas propuestas usan esta historia como telón de fondo (tanto en el cine como en la literatura y los videojuegos), cada una se cuenta de manera única, desde diferentes perspectivas y está llena de giros y vueltas. La mayoría de las veces, las personas desaparecidas se recuperan al final, pero el público parece no tener suficiente de seguir al personaje principal, ya que son testigos de cómo se encontrará exactamente a los desaparecidos. Precisamente, eso es lo que nos propone Cions of Vega, una obra en primera persona protagonizada por un hombre que busca desesperadamente a su hija desaparecida.

Una obra en la que pasaremos mucho tiempo caminando, buscando pistas dentro de las casas y otros lugares, con el fin de dar con el paradero de Leila. Si bien, hay mucho más de fondo de lo que parece a simple vista, pues también se hace mención a una secta cuyas creencias, rituales y alabanzas generan mucha curiosidad.

La importancia del camino

Avanzar y quedarnos prendidos de un escenario o maravillarnos por determinados encuentros que se puedan suceder o escenas trágicas que nos llevan a un grito mudo o suficientemente audible. Observar como un camino nos ha llevado hasta allí y la importancia que ha tenido para empatizar con un entorno, un personaje o el propio videojuego como concepto: ese probablemente sea uno de los grandes pilares en los que se sostiene una obra.

La capacidad de conexión que puede llegar a sentir el jugador con un universo que se abre a sus ojos es algo sencillamente mágico que, aunque puede ocurrir en cierta medida, rara vez se alza como un escape, una segunda casa a la que acudir cuando estamos cansados de permanecer en la realidad y pensamos que es una comedia de mala calidad. La conexión con un universo de una u otra forma se ejemplifica siempre en una conexión que requiere tiempo aunque en un primer instante nos pueda dejar con la boca abierta.

Cuando un jugador llega a un título como Cions of Vega, entiende perfectamente que el mensaje básico, el captable, aquel que queda como algo obvio, es el de avanzar de forma inexorable a lo largo de unos escenarios cuyo silencio solo se ve interrumpido por el movimiento del viento, las pisadas de nuestro protagonista y poco más. En la obra de Tonguç Bodur se descubre perfectamente una constante que sucede con muchos juegos. La ejemplificación de una obra que basa su mayor atractivo en el camino, en las experiencias sucedidas a través de este y de cómo logramos apreciar todo aquello que nos rodea.

Caminando en los límites del videojuego

Aquí, el jugador se hace uno con el escenario a medida que avanza por él y conecta con sus zonas más exuberantes (otras no tanto). Dicho de otra manera, la importancia del camino y de cómo influye en el jugador para entender todo lo que experimentamos, cómo conectamos con el título o los personajes, es esencial en Cions of Vega, que rechaza las mecánicas clásicas de otras propuestas para apostar por una narrativa intensa y unos paisajes desbordantes de personalidad.

Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de PlayStation 4/5 facilitada por Eastasiasoft.

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