Billy Bumbum A Cheeky Puzzler

Dicen que la unidad hace la fuerza, pero muchas veces todo tiene que empezar, literalmente, por una unidad de algo. Cuando todo va bien y el ambiente que nos rodea es apacible, el grupo resulta en una especie de armoniosa entidad, pero cuando todo se tuerce, alguien tiene que enfundarse el traje de superhéroe –generalmente no de modo literal– y salvar al resto para que todo vuelva a ser como antes. 

Existen factores internos que pueden hacer que un grupo se desmorone de forma irremediable, bien sea temporal o permanentemente. Pero también hay otros externos que resultan a todas luces incontrolables y que nos obligan a tomar las riendas de la acción, con el objetivo de revertir la situación o de, al menos, hacernos sentir menos tristes. Algo así pasa en el videojuego que nos ocupa.

Entre mundos que se mueven entre las dos y las tres dimensiones, Frambosa, a cargo del solo dev Jonathan Barbosa, ha creado Billy Bumbum: A Cheeky Puzzler, un título que nos desafía a aguantarnos los gases hasta el final y a dar el culo a quien no caigamos bien.

Encarcelamiento geométrico

Con una ruta plagada de puzles y una distribución por niveles, en el presente juego será necesario guiar a Billy, nuestro cubo protagonista, hasta el final de la cuadrícula para liberar a sus amistades. Relacionados con diferentes y coloridas formas geométricas, desde cubos hasta pirámides, e incluso una suerte de dragón, todos ellos han sido enjaulados a causa de la esencia mágica que guardan, pues resulta deliciosa para unas figuras redondeadas de color negro.

La forma para superar el escenario consiste en encajar el culo de Billy en cada pequeña prisión para que se tire un pedete. Ante tal acción, el hermetismo de los cubiletes malvados se rompe, no teniendo más remedio que exponerse al aire limpio y puro del exterior, dejando escapar la criatura de su interior. Para llegar hasta este punto, nuestra única habilidad consiste en rodar y abrazar el 2D con las caras de nuestro cubo, al mismo tiempo que calculamos los movimientos, puesto que los cubos que chafamos, por regla general, se desvanecen eliminando el camino tras nuestro paso.

Sin embargo, el escenario no es un elemento pasivo en Billy Bumbum: A Cheeky Puzzler, ya que irán apareciendo más ingredientes en la receta gaseosa a medida que avancemos en el juego. Por ejemplo, habrá cubos dispuestos en la cuadrícula que suponen, en función de la ocasión, tanto un obstáculo como una ayuda para avanzar o láseres con forma de ojo que solo nos dejarán pasar si les enseñamos el culo al no poder evitar desviar la mirada.

Un camino de baldosas

Billy Bumbum: A Cheeky Puzzler consta de varios mundos con decenas de niveles que, a pesar de no ser indispensable superarlos todos para continuar, sí es recomendable darles una oportunidad, sobre todo si nos van los retos. En caso de ir a lo básico, habrá que completar aproximadamente unos 10 niveles para cambiar de entorno. No obstante, si nos atrevemos a pisar arenas movedizas, lograremos superar determinadas misiones enteramente extras que nos vendrán dadas cuando hablemos con nuestros amigos cubos. Así, conseguiremos multiplicar por tres la decena inicial de niveles totales en cada mundo.

Las conversaciones a las que nos referimos se desbloquean al salvar a las piezas aliadas y añadir personajes no controlables a nuestro grupo. Pero para hacerlo, la solución de los puzles no siempre es evidente, obligándonos en más de una ocasión a pensar y repensar nuestro próximo movimiento. Por ese motivo, haremos uso de la opción de deshacer pasos, así como de reiniciar el nivel, muchas veces –incluso más de las que nos gustaría admitir–.

Para poner la guinda al pastel, Billy Bumbum: A Cheeky Puzzler es un título la mar de colorido, un aspecto que aumenta exponencialmente su atractivo y que se suma a los divertidos diálogos de los que hace gala y al apartado audiovisual tan simpático que se gasta. Resulta una propuesta desafiante a la que merece la pena darle una oportunidad, tanto por su inventiva como por su humor absurdo.

De motivaciones y reencuentros

En esencia, encontramos un entorno y unos personajes (especialmente el protagonista) que forman una combinación ideal, encajando a la perfección con las formas de Billy y compañía. Resultando intuitivo desde el primer momento, la complejidad de Billy Bumbum: A Cheeky Puzzler reside en visualizar muy bien la estrategia y ponerla en práctica, sin tener miedo a dar un paso en falso y tener que corregir el rumbo. Y esto último supone, en muchas ocasiones, lanzarse a un abismo que no sabemos cuán profundo será.

Aunque seamos el héroe del grupo, eso no le resta importancia al resto de miembros, pues sin una motivación y un rescate de por medio, el viaje heroico carece de sentido. Por eso, en última instancia, Billy Bumbum: A Cheeky Puzzler es una búsqueda de la comunidad, del equilibrio y de la restauración de lo que siempre ha sido satisfactorio. Porque al final, un mundo cuadriculado no tiene que ser malo.  

Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de PC facilitada por Bonus Stage Publishing.

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