Ashina: The Red Witch

Queramos o no, todo el mundo acabamos teniendo un determinado rol en nuestro entorno, especialmente en el más cercano. No solo el que forjamos a partir de nuestras experiencias y personalidad, sino aquel que ya empieza a florecer incluso antes de nacer. Un claro ejemplo de ello, entre tantísimos que podríamos contar, es la cantidad de responsabilidades que se nos asignan en función del número de hermanos (o la falta de ellos) y nuestra posición con respecto al orden de nacimiento.

Convivir con alguien de nuestra misma generación nos obliga a relacionarnos con nuestros iguales y a aprender conjuntamente. Estas influencias son inevitables y, por mucho que queramos evitarlas, ir en dirección contraria a aquello que vemos también forma parte de su repercusión en nuestra vida. Todos estos efectos, que en ocasiones pueden pasar desapercibidos al ojo humano, los tiene muy en cuenta Stranga, el estudio detrás de Ashina: The Red Witch.

Y es que no solo se refleja el impacto de las relaciones dentro del juego, sino también de las inspiraciones del propio estudio. Pues el juego que nos ocupa es toda una declaración de intenciones para con el folclore japonés y las obras audiovisuales de cierto estudio nipón famoso en el mundo entero.

Influencias espirituales

Cuando uno se para a mirar el estilo de Ashina: The Red Witch, no puede evitar acordarse de la sensacional película El viaje de Chihiro, de Studio Ghibli. Salta a la vista el parecido de algunos personajes y la coincidencia de algún que otro escenario; sin embargo, es en una estructura más general y argumental en la que terminan de converger.

Sin ir más lejos, el mundo real no ocupa más que unos cuantos minutos de la partida, dejando rápidamente paso al mundo de los espíritus, a una especie de más allá habitado por los imponentes yôkai. Estos seres tan arraigados a la tradición japonesa serán los aliados y enemigos de Ash, la protagonista, en función de su naturaleza, pero también de si su objetivo en la “vida” confluye o choca con el de Ash.

Así, nuestro propósito no es otro que el de recuperar el colgante de nuestra madre, una parte de la poca herencia que nos dejó. Un objeto que, a pesar de haber perdido cierto significado con el paso del tiempo, sigue guardando el recuerdo de alguien que fue una pieza vital en la vida de Ash y que, para bien o para mal, la marcó para siempre. De esta manera, sin quererlo ni beberlo, nuestra protagonista se ve abocada a ser una marioneta más en una serie de planificados pasos con destino a la perdición, en el que deberá salvar algo más que un mero colgante.

De humanos y yôkai

Por suerte, la armonía entre los seres de distintos mundos no es, ni mucho menos, una utopía. De hecho, pese a que los humanos no pasen desapercibidos por esta dimensión paralela, la sorpresa de toparse con alguien de carne y hueso no deja paso a un instinto asesino, sino a una sana curiosidad por saber cómo se ha podido traspasar la frontera entre la vida y la muerte. Así pues, resulta mucho más fácil seguir nuestra ruta y, por qué no, echar alguna que otra mano a espíritus que necesitan zanjar ciertos asuntos pendientes.

Porque la muerte no siempre llega cuando estamos satisfechos con lo que hemos vivido; está al acecho en todo momento e incluso, en ocasiones, se presenta de la forma más inesperada. En este sentido, nos topamos con gente de todas las edades cuya forma material y aspiraciones en el más allá dependen de aquello que puso fin a su vida, por lo que a nosotros solo nos queda rezar para poder salir conservando la cualidad de ser vivo de un contexto que todavía no podemos considerar nuestro hogar.

Si bien, la obra que nos ocupa es solo una pieza de un puzle más grande dentro de los títulos desarrollados por parte del equipo de Stranga. Existiendo como una suerte de precuela de My Big Sister, juego lanzado en 2018, Ashina: The Red Witch puede parecer un tanto inconcluso, aunque realmente solo es una sensación fruto de la curiosidad que despierta su argumento. En este sentido, el juego que nos ocupa se vale por sí solo para contarnos la historia de Ash.

La imperceptible realidad

En resumidas cuentas, Ashina: The Red Witch coquetea con la cultura japonesa a varios niveles. Desde los ambientes y gastronomía hasta la cultura más abstracta, todo confluye en una extraña sensación de tener que encontrar nuestro lugar en el mundo que se enfoca desde la muerte como un sinónimo de segundas oportunidades.

Precioso y doloroso a la par, Ashina: The Red Witch es un viaje a través de nuestra vida, de las expectativas que los demás tenían hacia nosotros y de su repercusión sobre nuestro presente; algo conocido con el nombre de efecto Pigmalión. Al final, acabamos dejándonos llevar por la corriente a la que nos hemos visto abocados, sin darnos cuenta de lo que hay más allá e, incluso, escondiendo sentimientos durante demasiado tiempo, hasta que salen de la forma menos adecuada en el momento menos preciso.

No todo lo que nos pasa está ligado a la lógica, por eso hay que estar preparado para lo que sea. La vida y la muerte conviven en un mismo plano de existencia sin que, en la mayoría de ocasiones, seamos conscientes de ello. Pero, como en todo, que no lo veamos no significa que no esté ahí.

Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de PC (Steam) facilitada por Keymailer.

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