One Military Camp

Nuestro día a día está plagado de conflictos. Discusiones por ver quién se come la porción de pizza, malentendidos que acaban siendo del tamaño de una montaña o la falta de consenso a la hora de organizar los planes del fin de semana son solo algunos de los ejemplos cotidianos. Sin embargo, estas nimiedades palidecen en comparación a las disputas entre países; unas guerras que se cobran infancias, relaciones y vidas. Y un asunto sobre el cual, inevitablemente, nos hemos inmunizado.

Aun con todo, tanto el arte como las obras audiovisuales que representan estos conflictos bélicos logran estremecernos y nos incitan a querer posicionarnos en contra de todo tipo de desigualdad. Por ese motivo, llevando a cabo lo mucho o poco que está a nuestro alcance, intentamos realizar ciertas acciones en busca de un bien mayor.

En este caso, y a modo de denuncia sobre cualquier tipo de injusticia y tiranía, Abylight Studios nos ofrece un One Military Camp con mucho terreno que ganar mientras perseguimos el verdadero bienestar.

Un campamento en ruinas

One Military Camp es un juego de gestión y simulación en el que debemos volver a poner en marcha un campamento militar venido en desgracia, bajo las órdenes y tutela de un Sargento Hawkins que nos hará de guía al mismo tiempo que nos cede el control de la zona. El objetivo principal: acabar con una dictadura instaurada en el resto de regiones. Esta situación no solo afecta al propio desarrollo del campamento, impidiendo el intercambio de suministros, sino, obviamente, a la población de las poblaciones subyugadas. 

Cada decisión y paso que demos en nuestro campamento tendrá una repercusión a medio plazo a causa de las misiones. Tan peligrosas como cruentas, estas operaciones se llevarán a cabo en paralelo a nuestra gestión, limitándonos, simplemente, a seguir con la rutina y, en todo caso, a cruzar dedos para que no haya bajas. Desde ofrecer potencia ofensiva hasta rescatar a las pobres coles –el principal sustento y especialidad de la región más cercana al campamento–, todos los encargos vendrán con una serie de requisitos en cuanto a especialidades necesarias para ganar la batalla.

Los pequeños comienzos

Sin embargo, para llegar a este punto, antes completaremos un entrenamiento especial a modo de tutorial que nos explica, muy concienzudamente gracias a una serie de vídeos, los intríngulis de nuestro nuevo trabajo. Tipos de edificios, personal cualificado, turnos laborales y abastecimiento básico son algunos de los aspectos más esenciales a prestar atención si no queremos tirar la toalla a las primeras de cambio. Tener todo esto atado desembocará en contar con los suficientes soldados, hombres y mujeres, que irán especializándose en diversas tareas gracias a un árbol de habilidades claro e intuitivo.

De la misma manera, tampoco podemos olvidar que la innovación constituye, al igual que en la vida real, la diferencia entre ganar o perder una batalla, entre tener que comunicar malas noticias o no. Por ese motivo, el edificio de investigación supondrá un punto de inflexión desde el momento que abrirá un universo de posibilidades con la mejora y construcción de nuevos locales que mejoren nuestra reputación.

Y por si gestionar todo esto fuera poco, no debemos olvidar poner un ojo en la economía del campamento, un aspecto fundamental si queremos contar con fondos suficientes para que los gastos no superen a los beneficios y nos veamos abocados, una vez más, a la ruina. De todas formas, si no encontramos dicho equilibrio, podemos pedir un préstamos y respirar –a su manera– durante un tiempo.

Asimismo, aun sin meter presión en cuanto a plazos para afrontar las misiones, el juego que nos ocupa tiene la suficiente fuerza narrativa como para que queramos fortalecer nuestras filas cuanto antes. Especialmente en el momento en el que llega un mensaje de una espía aliada infiltrada y que creíamos muerta, siendo en este momento en el que nos damos cuenta del alcance del conflicto y de que las consecuencias ya están siendo inmediatas.

La ruta de la paz

Cargado de humor y una buena dosis de referencias a obras audiovisuales, One Military Camp parodia y caricaturiza esa suerte de cultura popular asociada a la guerra que todos conocemos. Sargentos con métodos más que cuestionables, soldados rasos que pueden llegar hasta donde se propongan independientemente de sus capacidades y milagros in extremis son solo algunos de los elementos que se dan cita en incontables creaciones bélicas. Un ejemplo de estas referencias es el nombre de un proveedor de alimentos cuya empresa reza “Top Bun”, una clara inspiración en la obra dirigida por Tony Scott y protagonizada por Tom Cruise, Top Gun.

Con el foco de atención sobre la persona a los mandos y su pronta familiaridad con los controles, One Military Camp va paso a paso para que nadie se pierda. Lo que empieza con una serie de vídeos por si nos perdemos en su menú, acaba por conquistar todas las tierras y liberar a gente que solo intentaba sobrevivir cada día. El entrenamiento y la potenciación de habilidades, tanto por nuestra parte como por los personajes que se incorporan al campamento, confluye en una experiencia accesible para cualquiera que, independientemente de la experiencia, tenga un mínimo de interés en este tipo de juegos.

En resumidas cuentas, One Military Camp nos pone en la piel de una persona firme en cuanto acciones, pero también, y sobre todo, de creencias. Unas creencias basadas en la libertad, la libre circulación y el respeto al prójimo.

Estas impresiones han sido realizadas gracias a una clave digital de Steam facilitada por Abylight Studios.

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