The Backrooms

¿Alguna vez has sentido sensaciones de miedo, terror, angustia o ansiedad mientras estabas durmiendo? Si la respuesta es sí, definitivamente fue una pesadilla. Estos sueños perturbadores, están netamente relacionados a distintos sentimientos negativos y pueden manifestarse a cualquier edad, seamos grandes o pequeños.

En ese caso, existen miles de tipos de trastornos, uno de ellos son los “Backrooms”, conocidos tradicionalmente como “cuartos traseros” y están compuestos por una paranoia en el que las personas se encuentran encerradas en un cuarto vacío iluminado por luces amarillas. Esta palabra se originó allá por el año 2019, cuando un internauta escribió en un foro que publicaran fotografías que los hicieran sentir mal, por lo que uno de los usuarios, decidió compartir una imagen referente a este tema y así surgió todo.

Pero ¿qué sucede cuando uno cae en los backrooms? Bien, pues, en rigor… nada sucede, y justamente de ahí emana la ansiedad. Los seiscientos millones de millas cuadradas de oficinas, almacenes y pasillos se despliegan ante el aturdido visitante como arquitecturas inertes, vacías de cualquier forma de vida, aunque indudablemente creadas para la actividad humana, con una función o un propósito ordinarios, ya sea un espacio administrativo, comercial o residencial.

Son escenarios artificiales, anodinos, sin identificar y al mismo tiempo reconocibles, fondos que evocan cierta familiaridad y donde sabemos —porque nos parece recordarlo— que debería estar ocurriendo algo; debería haber gente haciendo cosas, pero sencillamente no la hay.

Muchos señalan, que forma parte de una leyenda urbana en donde un lugar tenebroso de paredes de color amarillo, con un olor terrible a humedad, iluminación fría y miles de pasillos desolados cobra vida. Quienes se topan con esta situación, sienten que viven en un laberinto, por lo que buscan de manera desesperada la salida pero no consiguen encontrarla hasta que logran despertar.

Una experiencia liminal

Pero no solo eso, testigos afirman que para escapar del mencionado lugar debes de hacerlo por medio de los niveles que se encuentran en cada uno de los escenarios que contienen a su vez objetos antiguos, elementos perturbadores, sonidos como susurros… Y dado que se trata de una ambientación pastelera y en primera persona, resulta perfecta para los videojuegos. Videojuegos como The Backrooms 1998, una experiencia de supervivencia de terror psicológico con imágenes encontradas que cuenta la historia de un joven adolescente que cae en las profundidades de The Backrooms, en 1998.

De esta manera, la mecánica tras el juego que nos ocupa abraza, de hecho, la idea misma del tren de la bruja como género. Porque aunque incluye una serie de herramientas y exige cierta finura en el siglo para atravesar algunas áreas, The Backrooms 1998 es un juego no tanto de influir en una realidad ficticia como de experimentar lo que esa realidad nos depara: se trata de pasar por ello, de convertir al jugador en un sujeto pasivo al que le suceden cosas bajo la ilusionismo de que es él quien se las ha buscado.

En este sentido, la noche más loca de Paul acaba cristalizando en unas dos horas de presión psicológica sin descanso y a un ritmo agotador.

¿Una narrativa del vacío?

A pesar de los límites que le impone su propia fórmula en la que toda la aventura pretende ser la única grabación de supervivencia de los eventos que están acaeciendo, The Backrooms 1998 parece dispuesto a dominar cada herramienta de su pequeño cajón. Todas las formas y colores de scare tactics, tienen lugar en la partida, desde los más vulgares hasta los más creativos y perversos en su afán manipulativo.

Es un juego que combina lo más barato del género con nuevas y refrescantes exhibiciones de maldad como parte de una voluntad clara de dominar cada faceta de su especialidad y cubrir un amplio espectro de miedos y amenazas.  

Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de Xbox Series X|S facilitada por Feardemic.

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