DREDGE

Para muchos es sabido que la pesca es como la vida; requiere paciencia y perseverancia. Y a pesar de que no es una actividad que involucre mucho esfuerzo físico continuo, nos ofrece la oportunidad para dejar de pensar y escuchar a la naturaleza, brindando así la calma que no se puede lograr en otro lugar, ya que nos permite alejarnos por completo del ruido. Pero, sobre todo, tened por seguro que no se trata de una disciplina que precise de unos pocos minutos.

En DREDGE, la experiencia de potenciar nuestra barca con equipo mejorado, navegar por tierras lejanas, investigar el equipo especial y esperar es tan real como la vida misma. La espera a través de una vista en tercera persona podrá extenderse hasta el infinito antes de la primera mordida, pero es algo que se compensa a cambio de recibir esa mordida que tan anticipadamente se espera, sentir el jalón en tus manos y por último ver como brinca el pez fuera del agua, retándote…

Y entre tanto, aprendemos a investigar por conducto de nuevas técnicas y cebos hasta que con perseverancia conseguimos la captura. Concretamente, por medio de un completo árbol de habilidades que parece estar en todas partes de un tiempo a esta parte y que representa una suerte de “curva de progresión”, abarcando todos los apartados del videojuego que protagoniza estas líneas. Es un modelo en el que decidimos, de entre una serie de opciones, qué beneficios obtenemos con el objetivo de atrapar algunas especies de peces desafiantes.

Sea como fuere, la máxima de este DREDGE no es solo cazar peces, sino también cambiar/mejorar las técnicas de pesca. Es una excelente manera de mejorarse uno mismo, poner a prueba la paciencia y estar en armonía con el medio ambiente a lo largo de varios escenarios que nos plantean jugar de varias formas distintas.

En los límites de la realidad

Si bien, esto solo representa una cara de la moneda de lo que es DREDGE, dado que también ofrece una fascinante y opresiva pesadilla marítima cuando cae la noche. En estos casos, la gente de Black Salt Games se centra en potenciar un clima claustrofóbico a medida que ilustra cómo la salud mental del protagonista se deteriora hasta límites enfermizos mientras captura peces raros y valiosas curiosidades submarinas.

Hay una voluntad mística, de incluir elementos de superstición, de fantástico heredero de Hogdson y de Lovecraft, colisionando de esta forma con el aspecto realista, de tal manera, que hay una separación tan clara de lo que es delirio y lo que es real que en ningún momento deja la posibilidad de que la imaginación del pescador deje la puerta abierta a la mano de lo enigmático o sobrenatural que invoca tenga influencia sobre los hechos de este DREDGE.

Dredge – The Pale Reach, frío de vivir

El alma humana siempre anhela ir más allá. A pesar del adocenamiento cultural y vital al que se nos pretende empujar desde hace décadas, aún palpitan, ya despiertos o en estado letárgico, el ímpetu y la necesidad de descubrir. A finales del siglo XIX, no había terreno que espoleara la imaginación como la Antártida. Un lugar lejano, inhóspito, guardián de secretos y radicalmente diferente a mundos como el africano o el americano, enclaves que seguían cartografiándose si bien resultaban más cercanos al europeo de la época.

En la centuria en la que la Modernidad fue imponiendo paulatinamente su visión y arrinconando todo aquello que escapara a la razón, el continente helado se levantaba como una voz que alentaba a liar el petate y ponerse en marcha a todo aquel que tuviera espíritu de explorador, apelando más al ansia de aventura que a la lenta ponderación de los pros y los contras.

Trayendo consigo un bioma temático de hielo totalmente nuevo que podemos experimentar en cualquier etapa de tu partida, Dredge: The Pale Reach invita a la demencia agorafóbica y se convierte en un agente más de lo espeluznante. Se cierne sobre nuestro barco y parte protagónico, les congela los mocos y les arranca la piel cuando se acomodan el catalejo en la cavidad ocular. Parece que la masa helada está tan deseosa de despedazarlos como el ente que los vigila.

Los escalofriantes lamentos del hielo y las ventiscas se convierten en un mantra lynchiano, un hilo musical macabro que va horadando toda nuestra cordura. Las auroras boreales dejan un rastro fantasmagórico en el cielo y le dan un inquietante brillo de terror cósmico al cuadro. Las criaturas a las que intentamos dar caza, una especie de extensión violenta de la naturaleza, completa una postal a medio camino entre Lovecraft y John Carpenter, en la que no falta un solo ingrediente para un desenlace infernal. No obstante, la presencia de una fatalidad segura no hace menos terrorífica la travesía.

Al final, The Pale Reach es espeluzne de la vieja escuela. Va a su ritmo. Prefiere insinuar. Y el resultado es un crescendo que te mantiene en vilo y hace que desees asomarte al abismo. Un abismo pálido, un vacío cósmico en negativo que encierra un mensaje muy claro: estamos solos y moriremos solos. Fundido en blanco. The end.

El terror del hielo: tormentas de acero, hielo y nieve

De todas las imágenes de lo desconocido y lo ominoso, el mar es posiblemente la que trasciende más épocas y culturas. El colosal y caótico oleaje del océano sigue siendo tanto una imagen de la furia incontrolable de la naturaleza como de una visión fascinante y cautivadora, hermoso y a la vez terrible.

No es de extrañar que muchos de los maestros del terror hayan tratado de sacar partido de esta faceta terrorífica y estéticamente atrayente del mar, como es el caso de DREDGE y su expansión, una obra que brilla entre el oleaje de lo desconocido con una luz hipnotizante que induce tanto a la atracción como al escalofrío, aquello que, como el propio mar, es capaz de despertar tanto el sentimiento de lo bello y lo fascinante como los más arcanos miedos de la mente humana.

Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de Xbox Series X|S facilitada por Team17.

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