Desde que el mundo es mundo, han existido infinitas tradiciones. Ritos de todo tipo, como amorosos o mortuorios, han ido evolucionando en el devenir de los siglos dando lugar a tantas bifurcaciones como culturas hay en el mundo. Su importancia reside en que ayudan a unificar costumbres y a generar una corriente vital que la mayoría de personas siguen. Esta armonía facilita de algún modo la convivencia, ya que se trata de acciones comunes conocidas por todos; pero también es capaz de provocar que se pierda de alguna manera el criterio personal al aceptarlo por inercia, por el mero hecho de que es lo que hay que hacer.
Si tenemos en cuenta que algunas de esas tradiciones están arraigadas a la creencia de que algo bueno pasará o de que se cumplirán nuestros deseos, nadie se pregunta si tiene sentido esperar que eso pase. Ni tampoco se cuestiona cómo, principalmente, un ser alejado de lo terrenal puede procurarnos un futuro mejor o si algo parecido ha llegado a cumplirse con anterioridad. El propio beneficio consiste, precisamente, en creer que eso sucederá, ignorando nuestra posibilidad de reacción y dejando nuestra suerte en manos ajenas.
Una situación similar es la que nos ofrecen Deconstructeam y Selkie Harbour en su título más reciente: Many Nights a Whisper. En él, encarnamos a una cumplidora de deseos que se juega toda la fe depositada a una carta, y, mejor aún, todo depende de nosotros.
Una canción que cantar
Nuestra tradición particular se desarrolla durante 10 largos años y su origen se remonta a algún que otro siglo atrás. En el transcurso de esa década, un mentor se dedica a entrenar a una persona de su elección con el fin de que alcance a encender el cáliz sagrado, una acción que propiciará que los sueños de los habitantes más afortunados –y más acordes a la persona a los mandos– se cumplan.
Para conseguirlo, Many Nights a Whisper nos pone en la piel de la llamada soñadora durante los días previos a la ceremonia en cuestión. A través de un ciclo entre entrenamiento diurno y escucha de deseos nocturna, acabaremos de pulir nuestra técnica para, así, poder conceder todos los deseos que nos han sido encomendados y hemos decidido aceptar. Con independencia de lo inverosímiles o improbables que parezcan, la premisa no da pie a equívocos: todos los deseos que aceptemos serán otorgados. Lo único necesario es aceptar la ofrenda de los lugareños, una tarea que saca a relucir nuestro sistema de valores y creencias a partir de un rápido e indoloro corte a una larga trenza.
Porque Deconstructeam y Selkie Harbour se las ingenian para ponernos en varias tesituras a causa de más de una decena de deseos que tienen en su haber infinidad de puntos de vista y futuros a los que podría abocar su concesión. Desde el puro anhelo de provocar un enamoramiento o de convertirse en estrella del rock, hasta el afán por abolir el trabajo o por normalizar cualquier identidad de género, la amalgama de aspiraciones por parte de Many Nights a Whisper abarca un amplio espectro. Uno que nos lleva a más de una reflexión sobre cómo sería el mundo si cambiara tan solo una pequeña pieza de los pilares de la sociedad.
Nacida de un deseo
Entre tanto escuchar y pensar en los demás, Many Nights a Whisper deja la puerta abierta a la propia introspección. No solo porque, al fin y al cabo, somos quien decide los deseos y el futuro de la humanidad en función de nuestras preferencias, sino también porque tiene cabida un espacio que hace las veces de mirarse en un espejo detenidamente y analizar su reflejo. Sentimos el peso de las expectativas ajenas, y eso nos aterra. Miramos todo el camino recorrido, y eso nos tambalea. Percibimos la responsabilidad acarreada, y eso nos aprisiona. Pero, por suerte, la senda que nos ha tocado recorrer no la transitamos en soledad.
El mentor, lejos de limitarse a actuar como un individuo frío y neutro, se dedica a conferir seguridad a un proceso tan delicado como el de tener una sola oportunidad para encender el cáliz sagrado. Nos coge de la mano para reiterar que todo irá bien, independientemente del desempeño en la prueba final. Asimismo, también ejerce el rol de guía, proponiendo las preguntas idóneas para que nos planteemos el porqué de la aceptación y el rechazo de los propósitos de la gente, aunque sin ofrecernos la respuesta en ninguna ocasión, simplemente planteando qué criterio hemos elegido para fortalecer nuestro artilugio sagrado.
En esta sinergia, no solo hay belleza en unos diseños low poly que consiguen expresar emociones, sino que los diálogos de Many Nights a Whisper dan pie a diferentes registros en los personajes, suscitando fluidez y frescor a lo que se podría entender como una muestra de entendimiento y comprensión entre generaciones. De esta manera, el apartado artístico se convierte en la alfombra mágica que nos transporta a lo largo del juego
Requiem por un sueño
Con todas estas premisas, en alrededor de una hora, Many Nights a Whisper nos aboca a plantearnos cuál sería nuestro deseo. Si alzaríamos la voz por nosotros mismos o por todos los seres vivos del planeta. De qué tipo sería. Y, sobre todo, qué querríamos conseguir con su cumplimiento. Porque hace uso de la idea de que los deseos concedidos van moldeando el mundo hasta transformarlo en su verdadera naturaleza, sucediéndose generaciones de soñadoras que suponen una fuerza muy próxima a lo divino y, por ende, las únicas capaces de encajar la forma del universo en su molde genuino.
En resumen, la esencia de Many Nights a Whisper está cargada de una presión que se transmite en cada bucle de tensado y suelta de la bola fugaz, incluso durante el entrenamiento, fruto del poder que atañe dominar sobre los deseos. Sin embargo, no se extiende más allá del atardecer, puesto que, respecto a los sueños ajenos, en ningún momento nos imponen aceptarlos o no, simplemente los ofrendan desde el convencimiento de hacer lo correcto para que obremos lo mejor posible. Es un oasis de reflexión entre un desierto de ruido.
Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de PC facilitada por Jaleo PR.