The Hundred Line

The Hundred Line – Last Defense Academy no es Danganronpa, aunque se le parezca. Es una obviedad, pero puede que alguien lea que Too Kyo Games ha sacado un nuevo juego y se lance a por él sin pensar, o pensando que va a encontrar algo parecido a esas peculiares novelas visuales en las que un grupos de estudiantes de secundaria se ven obligados a participar en un juego de matanza organizado por el personaje Monokuma. 

No es el caso; a pesar de que compartan género y una serie de elementos característicos, The Hundred Line es una propuesta narrativa, una montaña rusa sumamente coral. Una propuesta en la que encarnamos a Takumi Sumino, un adolescente totalmente normal que vive en el Complejo Residencial Tokio, un lugar donde cada día es como el anterior y nunca ocurre nada malo. Si bien, todo eso cambia cuando monstruos extraños atacan la ciudad y empiezan a causar estragos.

Con todo esto, nos encontramos ante una obra en la que, más allá de enfrentar a monstruos alienígenas y aguantar a Sirei, un pequeño robot en forma de fantasma, hay espacio para la reflexión sobre las personas y las sociedades, sobre cosas tan mundanas como la ansiedad de encajar en un sitio nuevo y sobre otras tan fundamentales como los nacionalismos; al final, es un ejercicio de estilo que no puede evitar recrearse en el mismo hecho de narrar, en cómo se crean los relatos, en la majestuosidad y fragilidad de algo tan literario y fascinante (y tan nuclear para la experiencia humana) como los rascacielos narrativos de los que este juego de Too Kyo Games se desenvuelve como pez en el agua.

Identidad y estilo

Así pues, y a lo largo de la aventura, el jugador debe ayudar a Takumi Sumino a sobrevivir 100 días defendiendo la escuela de monstruos. Esto no solo se logra explorando la academia, fortaleciendo lazos con otros personajes y tomando decisiones que afectarán la historia y llevarán a uno de los más de 100 posibles finales, sino también combatiendo. Después de todo, la obra que protagoniza estas líneas es algo más que una novela visual al uso, también es una propuesta de RPG táctico en el que moveremos a las distintas unidades – los protagonistas, por supuesto- en una suerte de cuadrícula, con el fin de defender de las hordas de enemigos los generadores de escudos de la academia

De nuevo, creo que el ejercicio de mesura en estas batallas es importante. No son combates especialmente complicados ni se explora en gran profundidad la historia, pero sí son interesantes y sí hay suficiente diálogo como para que no resulte un mero extra o una distracción para poder ponerse otra etiqueta y no llevar solo la de novela visual. Hay un sistema de progresión, unos puntos de experiencia, una serie de desbloqueos y mejoras que envuelven un poco la sucesión de niveles, en los que el objetivo siempre es proteger un pilar central del asedio de los monstruos, utilizando para ello las unidades antes mencionadas. 

El combate, basado en la táctica, la planificación de ataques con habilidades especiales y rangos únicos, le da un toque dinámico al susodicho, que poco a poco van siendo más exigentes y largos pero que no se suelen hacer pesados. Asimismo, los personajes se van cansando, un sistema que obliga a jugar con un plus de anticipación.

Bing, bong, ding, dong

La relación entre ambos géneros, entre estas dos formas de desarrollar la trama es, insisto, consistente, sólida y rotunda. Matemática, en definitiva. Ofrece una seguridad que permite elaborar una historia no menos compleja y profunda, pero sí mucho más literaria, que pone especial cuidado en lo artístico para hacerla, además de consecuente, hermosa. 

Con esta obra, Too Kyo Games demuestra su capacidad para desenvolverse en el diseño de mecánicas que funcionan como un tiro y en la creación de una trama que no deja cabos sin atar. Como resultado, The Hundred Line – Last Defense Academy nos habla de lo efímero de la vida y del ser, del punto en el que la compatibilidad entre el progreso de las ciencias y lo contemplativo de las letras. Lo hace juntando monstruos alienígenas y chavales del instituto, pero también uniendo una jugabilidad incontestable y una historia que no deja indiferente.

Estas impresiones han sido realizadas gracias a una clave digital de Nintendo Switch facilitada por PressEngine.

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