Karma

La memoria es uno de los aspectos más fascinantes del cerebro humano, pero también uno de los más complejos. Nuestras experiencias pasadas y recuerdos influyen en nuestra identidad, nuestras decisiones y nuestra percepción del mundo que nos rodea. Sin embargo, la memoria no siempre es infalible y puede ser influenciada por una variedad de factores, incluyendo el entorno, las emociones y las sugerencias externas.

La capacidad de manipular la memoria humana ha sido un tema recurrente en la ciencia ficción durante décadas, pero ¿podría convertirse algún día en una realidad científica? Los avances recientes en neurociencia y tecnología cognitiva han llevado a algunos científicos a especular sobre la posibilidad de implantar recuerdos falsos en la mente humana. Ahora bien, ¿quién tendría el poder de manipular los recuerdos de las personas? ¿Se podría utilizar esta tecnología para fines nefastos, como la manipulación política o la coerción? Estas son preguntas difíciles que la sociedad en general debe abordar a medida que explora las posibilidades y limitaciones de esta tecnología emergente

Preguntas que se hacen especialmente manifiestas en Karma: The Dark World, una experiencia de terror psicológico a través de un mundo al más puro estilo 1984, de George Orwell, donde la manipulación de la percepción y la construcción de una falsa realidad juegan un papel crucial. Una experiencia en primera persona que también se anima a explora los peligros de los regímenes totalitarios, la vigilancia masiva, la manipulación de la información y la erosión de la libertad individual, invitando al jugador a meditar sobre la necesidad de líderes que fomenten el bienestar colectivo en lugar de aquellos que buscan el control absoluto.

Síndrome de la memoria falsa

Llama la atención en los walking simulator la habitual soledad del protagonista, tenemos que reconstruir la historia, el pasado, a partir de todo tipo de documentos: documentos escritos (oficiales, personales, literarios, eruditos…), sonoros, audiovisuales, artísticos (pinturas, esculturas, arquitecturas…). En este sentido, paradójicamente, los videojuegos se convierten en un excelente medio de introducción a la lectura y a la apreciación del arte (a pesar de la opinión de algunos ignorantes del medio en general).

Pero no nos engañemos, hay dos factores que contribuyen a que el género adopte estas características: es más barato contar la historia a través de un texto o una imagen que a través de una animación y esto permite una traducción más sencilla a múltiples idiomas (algo fundamental en productos de lanzamiento mundial).

Esta proliferación de documentos en los juegos ya la han adoptado numerosas propuestas mainstream también pero en el caso de los Walking Simulators el acierto en su selección es vital: determinará en gran parte el éxito artístico del juego. En el caso particular de Karma: The Dark World, más allá de ofrecer pasajes al más puro estilo del tren de la bruja, encontramos documentos escritos, archivos sonoros, carteles, cuadros, la espectacular y oscura ambientación… todo ello sin que se produzca una excesiva repetición de contenidos (esto es clave para él éxito del juego), cada documento va matizando y enriqueciendo progresivamente la información que tenemos sobre nuestro propio pasado y los diferentes escenarios por los que nos desenvolvemos.

Las pequeñas distopías cotidianas

Por todo lo dicho, si Karma: The Dark World nos resuena como un eco incómodo, es porque funciona como un espejo de nuestra realidad.

Nos recuerda que cada palabra e imagen tiene poder y que por tanto, debemos estar alerta sobre aquellas que emplean los poderosos, que siempre hemos de buscar la verdad histórica y que cada dato que cedemos es una pieza de nuestra libertad que regalamos. Nos desafía a mantenernos lúcidos, a leer y ver entre líneas, a cuestionar y a no renunciar a nuestra capacidad de asombro y de indignación.

Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de PC facilitada por PressEngine.

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