Las opciones morales en los videojuegos no son nada nuevo. De hecho, allá por la década de los 90, cuando cada nuevo juego de rol aportaba algo nuevo, no importaba si elegías un alineamiento para tu personaje en Baldur ‘s Gate o tratando de ganar algo de buen karma en el páramo de Fallout… seguías enfrentándose a la moralidad y a las decisiones morales. ¿Robarías al viajero cansado que encuentres en el camino o le ayudarías con tus escasas provisiones sin esperar nada a cambio?
Ha sido durante la última década cuando las opciones morales en los videojuegos han dado realmente un salto de gigante. Sin embargo, no todos los juegos son francos y transparentes sobre las consecuencias de tus elecciones. Ocultan sus intenciones y te golpean con ellas cuando menos te lo esperes, haciéndote cuestionar todas las decisiones que has tomado hasta ahora. Tal fue el caso de Frostpunk, una obra en la que tu conciencia será, en última instancia, lo que guíe tus decisiones. ¿Pesan más las necesidades de muchos que las de uno solo? ¿Hay decisiones buenas y malas en un entorno tan sumamente hostil, o sólo hay supervivencia?
Esta es una máxima que también se aplica en Frostpunk 2, que comienza donde lo dejó su anterior entrega pintando una estampa extremadamente trágica que ve cómo todo conflicto pasado es pequeño ante el avance voraz del hielo y la nieve; una humanidad en pedazos, dispersa entre el deseo de supervivencia y la desolación de hogares abandonados, creencias perdidas y un adiós continuado; una sensación de zozobra constante, de mala espina por un peligro que acecha tras cada aviso, cada evento, cada novedad escondida en la suma de los días. Es un escenario tan atípico como interesante, ya que desde el primer momento, la batalla está perdida.
La vida en un infierno helado
En Frostpunk 2 no hay derrota pequeña, ni triunfo que no pese. Demasiado ocupados en enfrentar la tormenta, ignoramos que las puertas del mismo infierno están entornadas, el temido día en que sus hornos se congelen a la vuelta de la esquina, cuando el último fuego que arda sea el de la entropía intrínseca de una humanidad capaz de consumirse a sí misma. Ese es el auténtico saldo, la verdad que revela la inconcebible helada.
Dicho de otra manera. El maniqueísmo tiende a desaparecer y da igual la decisión que vayamos a tomar, que siempre saldrá perdiendo alguna parte con la que hemos empatizado. No hay buenos ni malos, opciones correctas o erróneas, sino decisiones y sus consecuencias. Cada vez más me veo en la tesitura de pausar la partida unos breves instantes y pensar un poco lo que voy a hacer. No por miedo a las consecuencias, sino porque de verdad me importa lo que ocurra. Es otra forma de disfrutar con las opciones, no sólo con la consecuencia de tomarlas, sino deleitándose en el proceso y sopesando las opciones.
Incluso mientras el último capítulo del mundo se escribe a pasos acelerados, seguimos en el inconsciente camino a la autodestrucción, nombrando el bien común, sacrificando todo por la supervivencia de unos pocos a costa de los que se quedan por el camino. Puede que al otro lado, podamos encontrar la libertad y de este final consigamos que surja otro comienzo, pero cuando pisemos la nueva tierra habremos de afrontar que el camino por recorrer quizá no sea más que un reguero de sangre y miseria nublado por el imperecedero frío de nuestra más oscura gesta.
Lo que está claro es que parece que los videojuegos van a apuntar cada vez más en esta dirección. Al fin y al cabo, uno de los potenciales más interesantes del medio es la capacidad de contar historias con un potente elemento interactivo del que los libros, la televisión y el cine carecen. Ahora, lo único que queda es que los jugadores puedan meterse en situación y se aproximen a los juegos con la madurez suficiente como para entrar en el juego.
Por supuesto, siempre existirá el tipo de jugador que quiere probarlo todo para ver qué pasa, y eso está genial, pero lo realmente interesante será ver hasta qué punto y de qué manera los desarrolladores conseguirán sorprendernos durante los próximos años con narrativas profundas y logren que los jugadores sean parte activa en el transcurrir de los acontecimientos de sus juegos.
Estas impresiones han sido realizadas gracias a una clave digital de PlayStation 5 facilitada por Terminals.io





















