Desde tiempos inmemoriales, el ser humano se ha movido influido por una serie de ideas y credos que justifican su modo de ser y vivir. Desde dogmas religiosos, hábitos generacionales o la ideología, casi siempre hemos vivido de acuerdo a una serie de ideas que raramente cuestionamos. Sin embargo, hay casos en los que estas creencias y «rutas de pensamiento» llegan a enraizar tan fuerte en nuestras convicciones que llegamos al extremo de sacrificarlo todo por ellas… e incluso a querer sacrificar al resto por ellas. Se trata de una fe ciega.
La palabra sacrificio tiene trampa. El contexto, los valores y la percepción semántica que se tenga por la ofrenda, procurará un grado de intensidad diferente entre los colectivos. Sin embargo, de manera más genérica, el sacrificio supone la privación del bienestar de cada individuo por una razón determinada, ya sea religiosa o ideológica, de supervivencia o de recompensa.
Y obras como Slay the Princess – The Pristine Cut, de Black Tabby Games, Serenity Forge y Tesura Games, se amparan en esta máxima, ofreciéndonos un relato en el que, como su propio nombre indica, tenemos que asesinar a la princesa. Así pues, una voz en off, llamada El narrador, nos pone en situación. Hemos sido escogidos para acabar con la princesa, o ella acabará con el mundo. Así de sencillo. Ante nosotros, tenemos multitud de opciones de diálogo a las que tenemos que dar rienda suelta. ¿Cómo es posible que una princesa vaya a acabar con el mundo entero?
Asimismo, ¿no está mal asesinar a alguien? Por ende, ¿y si, sencillamente, nos negamos a tomar parte de este asunto y dejamos que el mundo esté abocado a su fin?
Todos estos escenarios son perfectamente válidos. Es más, el juego que nos ocupa nos dice desde sus primeros compases que todas las decisiones que tomemos tienen sentido. Después de todo, juzgar una decisión conforme a una moral superior nos limita, nos hace sufrir y no siempre nos ayuda al proceso de regeneración que realizamos. La libertad es capacidad de elección. Ser libres nos permite elegir entre varias opciones. La propia vida nos pone en ocasiones ante la dificultad de escoger entre diferentes caminos.
No existen buenas ni malas decisiones, solo decisiones
Este cambio de perspectiva nos permite entender que no debemos obsesionarnos con el resultado final, sino con el proceso de toma de decisiones. Desde un enfoque transformacional, cada decisión tiene valor por sí misma. El verdadero problema no son las decisiones que tomamos, sino cómo las tomamos. Una decisión mal tomada, generalmente, proviene de un análisis irreflexivo, impulsivo o emocional, pero esto no significa necesariamente que sea irracional o incorrecta.
En definitiva, la pregunta final no es si en Slay the Princess – The Pristine Cut actuamos bien o mal, sino si cualquiera de nosotros, en su lugar, habría hecho algo diferente. ¿Seríamos capaces de entregar a quien amamos por un bien mayor?, ¿o también encontraríamos una excusa ética que oculte, en realidad, nuestro miedo a la pérdida?
El horror cósmico
La realidad es un lugar cruel y extraño. Nuestras vidas no significan nada, pues el cosmos y las fuerzas que lo mueven son indiferentes a la presencia humana. La falta de información genera desasosiego y vulnerabilidad en el lector. El conocimiento es peligroso, incluso portador de la locura y la corrupción. Las descripciones de aquello que está más allá del entendimiento humano quedan ligadas a las sensaciones, sentimientos y temores, dando libertad al jugador para que se imagine como quiera este tipo de los horrores.
Desde este punto de partida, comienza un viaje en el que hay puertas que es preferible no volver a abrir. Un viaje que no solo nos envuelve en una atmósfera de misterio y locura, sino que además fluye con velocidad y toca temas profundos. Precisamente, es en la prosa de Slay the Princess – The Pristine Cut, más allá de su afán por instarnos constantemente a tomar decisiones que pueden cambiar el destino del mundo entero.
Es una obra que se abre frente a nosotros las mismas bocas del infierno, anormalidades levemente insinuadas por el poder de unas palabras de cuya inocencia apenas dudamos, hasta que las voces quebrantadas y sonoras que forman parte del juego de marras, tensas de emoción, nos revelan las temibles implicaciones; siluetas y presencias adormecidas, que despiertan súbitamente en un instante fóbico acarreando la locura o retumbando en memorables y cataclismos ecos.
La escasa hierba y los afloramientos rocosos, las habitaciones estrechas y las escaleras vertiginosas hablan de la condición existencial del ser humano: la dureza, el confinamiento y la espiral descendente en la degradación de la dignidad, mientras algo amenazante sugiere una amenaza sobrenatural.
Dicho de otra manera, hay una voluntad mística, de incluir elementos de superstición, de fantástico heredero de Hogdson y de Lovecraft, colisionando de esta forma con el aspecto realista, de tal manera, que hay una separación tan clara de lo que es delirio y lo que es real que en ningún momento deja la posibilidad de que la imaginación de nuestro protagonista deje la puerta abierta a la mano de lo enigmático o sobrenatural que invoca tenga influencia sobre los hechos de este Slay the Princess – The Pristine Cut.
Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de PlayStation 5 facilitada por Tesura Games.