Uno de los mayores problemas en la industria del videojuego es que cada vez hay más títulos AAA, lo que está provocando cierto estancamiento en términos de creatividad y apostarlo todo a sagas conocidas. Suerte que algunos juegos AA superan a los triple A en creatividad y calidad, sin olvidar los juegos indies que nos sorprenden cada vez más.
Es un problema similar a lo que ocurre con la duración. Se suele justificar un precio de salida (80 euros) con duraciones de 100 horas o más, pero hay verdaderas joyas que puedes pasarte en 20 horas o menos.
Puede que no tengan un elevado presupuesto ni tampoco los mejores gráficos (aquí destacamos el techo técnico en cada sistema), pero la fórmula jugable o la creatividad de muchos juegos AA convence como muchos juegos AAA no consiguen. Y si no, que se lo digan a propuestas como Steel Seed, una aventura stealth-action ambientada en un mundo sci-fi oscuro al borde de la extinción.
Humanos, bestias y máquinas
Después de un evento catastrófico que hizo inhabitable la Tierra, las máquinas tomaron el control de los restos de la supervivencia humana. La instalación subterránea es una vasta estructura construida por y para las máquinas, no para los humanos. Bajo esta premisa, nos unimos a la protagonista Zoe y a su compañero dron volador, KOBY, mientras exploran las profundidades de una hostil instalación subterránea en busca de respuestas y la clave para la supervivencia de la humanidad.
Detrás de Steel Seed hay un mensaje, algo que decir. Y tiene al ser humano y su condición -tanto en lo bueno como en lo malo- como eje vertebrador. También tiene tiempo para cuestionarse el porqué nuestra especie tiende a echar mano de teóricos creadores formados por entes superiores y que supuestamente nos han diseñado a su imagen y semejanza. Todo ello disfrazado de una propuesta visceral que desata en el jugador sus instintos más primarios. Esencia misma de nuestra naturaleza.
El todo es más que la suma de sus partes
El diseño de Steel Seed se descubre, aparentemente, como algo sumamente cerrado, muy atado en corto. A menudo da la sensación de que los enemigos mecánicos que persiguen al dúo protagonista están colocados de manera que solo hay una solución, un orden adecuado en el que utilizar las herramientas que se nos ofrecen, una única ruta correcta por la que avanzar usando ese sigilo rutinario al que tanto nos hemos acostumbrado, aunque la posibilidad de hacernos a las armas también está presente. Un combate meramente funcional y que no termina de brillar.
Pero si todo quedase en el mero replanteamiento no estaríamos más que ante un truco de trilero, un mero traspapelamiento de premisas más o menos interesante, pero irrelevante en último término. El asunto aquí está en que la operación en realidad es la de suma, porque Steel Seed incorpora estos elementos sin renunciar a lo que inicialmente presenta. El resultado es un caso rotundo de lo mejor de los dos mundos, un juego que incorpora esta faceta de juego de plataformas sin renunciar a la acción, la narrativa y el guion cuidados.
Es en esta versatilidad mecánica, tonal y estética donde creo que mejor puede apreciarse ese mimbre. Al final, la herramienta más potente del arsenal con el que cuenta Steel Seed es precisamente su capacidad para elegir sus batallas con inteligencia y ganarlas casi todas; para encontrar el momento adecuado de tensar al jugador, pero también para dejar que se relaje; para llevar un poquito más lejos ideas ya presentadas y para introducir un giro de tuerca. El resultado es un juego enormemente disfrutable, con una capacidad asombrosa para ajustarse como un guante a las necesidades y expectativas del jugador, cuando no de subvertirlas, pero nunca alienándolo.
Porque aquí está el tema: Steel Seed no es perfecto, pero sí facilita que te olvides de todas sus imperfecciones. A nivel técnico no es el juego más puntero ni el mejor optimizado (aunque resulta evidente que está hecho con una fracción de los recursos con los que contaban aquellos con los que busca compararse); hay cierto desequilibrio en la economía de las habilidades que vamos adquiriendo que trivializa algunas situaciones; y la resolución argumental de algunas situaciones no es del todo satisfactoria.
Pero hay tanto buen hacer, tantas decisiones acertadas a tantos niveles a lo largo de todo el juego, que resulta dificilísimo no perdonar todos y cada uno de esos fallos.
Estas impresiones han sido realizadas gracias a una clave digital de PC facilitada por Cosmocover.